4 de junio de 2021
por
Ana de Pietro - Facilitadora de Memoria Celular
¿Cuántas veces nos enojamos en el día?, ¿en la
semana?, ¿en el año?
¿Cuánto enojo tenemos guardado?, ¿Tenemos
registro de ese "amigo" sombrío que nos acompaña en tantos momentos de nuestra
Vida?
Seguramente podemos recordar nuestro primer
dolor profundo, o los momentos de felicidad intensa, pero raramente recordemos
cuándo empezamos a enojarnos. Este sentimiento que puede tener distintos
niveles de existencia y diferentes maneras de expresión, suele ser un enemigo
oculto para nuestra Salud.
Pero, ¿Qué es? En principio sabemos que es una
exaltación del estado afectivo y puede traducirse en excitación física,
exteriorizándose de forma verbal o fáctica de diferentes maneras, pasando de
insultos y gritos hasta llegar a agresividad brutal. También hay quienes no lo
manifiestan, y lo guardan, lo cual los convierte en una progresiva "olla a
presión".
La ira, el enojo, cólera o enfado, es un grito
de alarma espontáneo que manifiesta una rebelión interna, un disgusto
acompañado de agresividad, de la que somos, la primera víctima.
Cuando somos niños pequeños, puede ser
simplemente una forma de reaccionar para exteriorizar una dolencia interior
(hambre, frío, etc.), pero luego se vuelve un medio de reacción ante lo que
considero una oposición, una prohibición, a lo que escapa a mi control y hasta
puede volverse una forma de chantaje o dominación.
A nivel Mental los pensamientos se atropellan,
dejo de pensar con claridad, mi sentido común se nubla, mis impulsos me dominan.
Según los expertos en salud mental, el mejor curso de acción es permitirse
sentir plenamente lo que está presente. Apoyarse en esas sensaciones y expresar
su enojo en lugar de tratar de ocultarlo, calmará su sistema nervioso más
rápido.
A nivel corporal, el ritmo cardíaco aumenta,
la respiración se agita, la presión arterial aumenta, los músculos se contraen
y mi cerebro no oxigena de forma natural, y comienzan a generarse toxinas en el
hígado que con el tiempo lo pueden afectar. La ira desencadena la respuesta de
lucha o huida del cuerpo, al igual que lo hacen el miedo, la emoción y la
ansiedad. Las glándulas suprarrenales inundan el cuerpo con hormonas del
estrés, como la adrenalina y el cortisol. Luego, el cerebro desvía la sangre
hacia los músculos en preparación para el esfuerzo físico. Estas reacciones
físicas pueden hacernos sentir como si la ira nos estuviera controlando, pero
tratar de resistirlas solo empeorará las cosas.
A nivel emocional, pierdo la serenidad, me
siento dominado y poseído por el objeto de mi enojo, me alejo de mi centro y
equilibrio y caigo en desbordes de angustia o de dolor.
Pero, ¿cuál es la razón de que todo esto
suceda?. ¿Realmente es "culpa" del que hizo algo, de aquellos que no salió como
debía, del tránsito o de los políticos?
No, el motivo del enojo Nunca está afuera. El enojo es ese sentimiento
que crece en mí cuando vivo una sensación de debilidad, injusticia, frustración,
incomprensión, impotencia, etc. Y que va creciendo debido a mi impulsividad o
emotividad... lo de "afuera" es solo el detonante, el espejo que me muestra la
verdadera razón.
Para identificar el origen de mi enojo, debo
reconocer y comprender cuál es el conflicto que se repite inconscientemente, y
que puede venir hasta de la propia infancia, ya que no todos nos enojamos por
los mismos motivos. Situaciones de desvalorización, opresión, control, odio,
inseguridad, y otras eventualidades que esconden Miedos que no puedo expresar
de otra manera que no sea con enojo.
En una sesión de Memoria Celular, seguramente
deberemos equilibrar la energía del Hígado, que carga con los dolores de
nuestra propia actitud, y se ve afectada por una inexistente alegría de vivir,
por emociones que me perturban y que solo puedo expresar a través de la ira.
Posiblemente podemos apoyarlo con tratamiento de Flores de Bach u otras esencias.
(Vale aclarar que hablo de la "energía vital del hígado" y no del órgano).
Entonces... ¿Soy capaz de darme amor a mí mismo
y comenzar a sanar viejas heridas?, ¿Puedo aceptarme tal y como soy
comprendiéndome en la historia que me ha tocado vivir?, ¿Tengo ganas de vivir
más honestamente mis emociones?, ¿Recobrar la alegría de vivir y perdonar a
aquello que me ha lastimado?
La idea es
"amigarnos" con el enojo. Aceptar su existencia, desmenuzar los motivos
y trabajar en ellos.
Una vez que comenzamos a recordar viejas
heridas sin sentir el dolor que nos tocó transitar, ahí es cuando estamos
sanando. Para ello necesitamos de nuestra buena voluntad, nuestras ganas de
enfrentar esos miedos y abrirnos al Amor que podemos manifestar aquí y ahora.
Ser capaz de comprenderme y amarme (aunque suene naif) abre la vía de mi
comprensión y amor hacia los demás, y se inicia un proceso en el cual ante una
situación que no puedo cambiar, que no esperaba o que me asusta, me mantengo en
serenidad como observador, comprendiendo que el otro, también está transitando
sus propios dolores o está mostrándome qué es lo que tengo que resolver en mí.
Por supuesto que el Humor y la Risa son los
antídotos naturales para contrarrestar el enojo y la ira, reírse de uno mismo y
desdramatizar lo cotidiano son hábitos que nos ayudan a diario. Como siempre,
recomendaré practicar una respiración lenta y profunda en cada episodio en el
sienta que el enojo me domina y puedo acompañarla con una ingesta habitual, de
Té Verde, Boldo o Diente de León y como siempre... si no puede solo/a, pida
ayuda.
Ana De Pietro - Facilitadora de Memoria Celular
Contacto:
WhatsApp: 249 4557618
Email: anadepietro@hotmail.com
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