30 de marzo de 2025
Ubicada en Colonia Mariano Moreno, entre Gardey y María Ignacia se encuentra Granja Gardey, un emprendimiento de pollos que continúa floreciendo con su experiencia
por
Noelia, de Tandil A Gusto
Si usted
escribe en Google "Granja Gardey", además de publicidades del
emprendimiento de criadero de pollos, podrá ver una única noticia sobre un
voraz incendio. Y aunque eso haya ocurrido, vengo a contarles mi experiencia
vivida con los González, una familia que no se deja aplacar.
Dejaré mi
agenda de lado, y les contaré lo que recuerdo con mi corazón. Emprendimos el
viaje en familia, atravesando el silencioso pueblo de Gardey que reposaba en
pleno feriado, y cruzamos en el estrecho camino a distintas personas que
provenían del campo, saludando gentilmente con sus manos.
Con un cielo
aún amenazante, encontramos el largo camino que nos dirigía a Granja Gardey y
un pequeño cartel intimidado por las plantas del lugar. Llegando al final del
sendero, nos vimos rodeados de pintorescas casas que tenían sus cortinas
cerradas y un sosiego inigualable. Al bajar del auto, se escuchaba una sola
melodía: el mugir sin cesar a lo lejos de una vaca que nos recibía. Las casitas
y los árboles se encontraban desolados, es por eso, que decidimos cruzar
aquella cerca misteriosa, y ver quiénes se encontraban al otro lado. Dos
personas se aproximaban sonrientes a recibirnos, Joaquín y su mamá Silvia. Ella
nos contaba con pujanza, que el emprendimiento de criadero de pollos
"Granja Gardey" comenzó en los años '90 con mucha voluntad.
Joaquín soltó
"¿por dónde quisieran comenzar?", y mi mirada recorría el espacio, captando
variadas imágenes bellas del campo. Mientras nos dirigíamos a uno de los dos
galpones que posee la familia, pequeños niños comenzaron a aparecer y
correteaban alrededor de Joaquín. Eran sus hijos: Elena, Felipe y Justina. Su
esposa Magalí se presentó y acompañó a Joaquín en el relato.
De pie junto
al galpón, corrieron una gruesa lona y un aire cálido recorrió mi rostro: eran
miles de pollitos que plagaron el lugar. Comprometido, Joaquín nos contaba que,
a aquellos 3000 pollitos, se les brinda espacio y cuidado especial para que
emplumen. Fue allí, que Ariel se presentó tímidamente, reconociendo con orgullo
su labor dentro de la granja. Joaquín también nombró a Omar, quien desempeña el
trabajo junto a ellos. A pocos metros se encontraba un enorme galpón destinado
a fabricación de alimento, y que hoy en día sólo funciona en parte, dado que
decidieron adquirir alimento preparado.
Mientras los
niños deambulaban con total libertad portando sus pequeñas botitas de goma,
Joaquín nos llevaba hacia el próximo galpón que contenía los pollos. El galpón
se encontraba próximo al lugar del incendio en 2024, "estábamos cerca de la
fecha de nuestro casamiento, no teníamos ganas de festejar" dijo Magalí. Enormes
eucaliptos fueron inevitablemente testigos, y la familia relató el hecho, sin
rastros de desaliento, sabiendo que la vida los llevó de todos modos hacia
adelante. Joaquín con convicción soltó "un error lo tiene cualquiera, los
operarios continúan trabajando con nosotros". Sonreí por dentro al ver, de
qué manera ellos seguían de pie al igual que sus árboles.
Nos
encontramos luego, en un espacio donde Joaquín explicaba el último proceso que
realizan día a día en la granja. Mientras relataba con todo tipo de detalles
técnicos propios del oficio, emanaban de él, seriedad y sentido del deber. Decía
"entonces, tenemos lo que llamamos sala sucia, sala intermedia y sala limpia" y
también "hoy a la tarde ingresa el pollo para la faena de mañana", actividad
que realiza junto a Mariana. El proyecto es llevado adelante con compromiso y
conocimiento, se evidenciaba en cada una de las salas.
Al finalizar
el recorrido, la familia González nos invitó muy amablemente a tomar junto a
ellos y sus memorias, unos ricos mates. Sentada allí, escuché a Silvia nombrar
a sus otros dos hijos: Aldo y Hernán. Ella rememoraba sin ningún pesar, la
experiencia de haber criado a sus tres hijos y ayudar a su esposo chacarero, "yo
soy del campo" decía orgullosa, "al comienzo, tenía sólo un gallinero chiquito,
tenía que ayudar a mi esposo". Joaquín, se sumaba al relato de Silvia diciendo
"todo siempre fue a pulmón en la familia", y mientras ellos rememoraban, los
tres niños corrían inocentes, reían con los cabellos al viento, escuchando a
sus padres y abuela contar lo que significa este emprendimiento para la
familia.
Al regresar a
casa, no supimos de qué manera no acongojarnos al ver la foto familiar, me
encontré conmovida. Comprendí, que lo importante para esta familia no es lo que
sucede, sino lo que se hace con ello.
Familia González, ustedes han sabido cómo ser invulnerables ante la aspereza del viento
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