11 de septiembre de 2021
Los seres humanos poseemos una biocomputadora
maravillosa llamada cerebro. Él es quien genera la energía mental, un campo
energético poderoso y potente con
posibilidades que aún no hemos terminado de desarrollar plenamente. Curiosamente, nuestra mente, nuestros
pensamientos y nuestra energía mental,
es quien va creando la realidad en la que nos vemos inmersos a diario,
alimentada por creencias, patrones de pensamiento y conceptos que luego, se
reflejan en nuestros actos. Pero este poderoso generador de pensamientos, puede
llegar a ser nuestro gran poder o nuestro peor enemigo.
A medida que vamos creciendo, nuestra mente va
desarrollándose de acuerdo al espacio, familia, cultura, educación, religión y
capacidad. Va construyendo creencias que tienen relación con todo lo antedicho,
y esas creencias van, posteriormente Creando nuestra realidad, ya que ellas son
las que trazan el mapa que seguiremos toda nuestra vida. Eso deriva en patrones
de conducta, que a veces venimos repitiendo, sin darnos cuenta, de generación
en generación.
Actualmente, estamos en un ciclo de la
humanidad donde se presentan acontecimientos que requieren grandes cambios para
poder adaptarnos y evolucionar pero generalmente, la mente tiende a preferir lo
familiar, lo habitual, lo conocido, el campo donde se sienta cómoda y seguir
los mismos patrones o creencias de nuestros padres o antecesores, y cambiarlas
puede generar al menos, una gran incomodidad. Por lo tanto, cada vez que
llevemos a cabo un acto en nuestra vida (amorosa, laboral, familiar o vincular)
tendremos la tendencia a reflejar en él, todas nuestra creencias, consientes e
inconscientes.
Uno de
los ejemplos más habituales de esto, son nuestros prejuicios. Ese Juicio
inicial que construye nuestra mente, frente a una persona o situación que
desconocemos, y que nos lleva a suponer cosas que ni siquiera sabemos si son
realidad, y al hacerlo creemos que eso es verdad.
Generalidades como: "Las mujeres/ los hombres
son todas/os iguales", "Los políticos son todos corruptos", "A los jóvenes no
les importa nada", o individuales como "no tengo suerte", "amar duele", "todo
siempre me cuesta mucho", "nunca me va a querer",etc., Etc., son venenos emocionales que arrastramos
desde quién sabe cuándo, arraigados en creencias limitantes que se alojaron en
nuestro subconsciente, y van formando conceptos que tenemos sobre nosotros
mismos y sobre los demás.
Hacemos juicios previos sobre el aspecto,
sobre las formas de expresión, sobre las relaciones, sobre ideas, sobre conductas,
etcétera; y vamos cayendo en una red de suposiciones que nos hacen prisioneros
de nuestros propios prejuicios.
Suponemos que los que nos aman deben saber qué
nos pasa y nos enojamos cuando no es así, suponemos que todos ven la vida de la
misma manera que nosotros, suponemos los motivos por los que otros hacen lo que
hacen, suponemos que tenemos la razón cuando ni siquiera escuchamos otras
razones... y prejuzgamos porque
necesitamos justificarlo todo para sentirnos seguros, sin tomarnos el tiempo de
conocer, preguntar, observar y escuchar.
Haciendo un juicio previo de cada cosa,
circunstancia o persona, vamos creando
acuerdos tácitos de comunicación y formas de vincularnos, que se nutren
de la toxicidad de nuestras suposiciones. Y finalmente, vamos dejando de ser
nosotros mismos, por la misma razón, por temor a ser juzgados.
También nos prejuzgamos a nosotros mismos cuando decimos "no voy a poder", "cambiaré a
esta persona", "soy mejor que los otros", "soy el peor"... prejuicios que van
generando conflictos internos y dolor, sólo porque no me tomo el tiempo
necesario para hacerme preguntas y contestármelas.
Muchas veces, en sesiones de Memoria Celular, debemos trabajar la
energía de la Aceptación, otras veces la del Amor Propio... pero Siempre, para
lograr conectar con la más profunda autenticidad, debemos abordar las creencias
y los patrones de conducta que deseamos cambiar. Tomar conciencia de esos
hábitos es el primer paso, la semilla de
la transformación. Actuar repetidamente con claridad, asertividad y
honestidad, fortalece la voluntad y
establece una base para transmutar viejas creencias. Podemos iniciar con estas
ayudas:
Aceptarme, La fórmula mágica para atreverme a
Ser quien Soy. Sin falsas imágenes, sin errores de comunicación, sin máscaras.
Preguntar, cuando no conozco o dudo o no sé
algo. Así de sencillo.
Escuchar, atentamente lo que el otro dice con
sus palabras y con sus actos
Observar, con compasión lo que sucede a mí
alrededor, para poder comprender, sin
juzgar.
Confiar, en nuestro potencial y sabiduría,
utilizando la maestría del intento. Fallamos, lo volvemos a intentar. Porque la
magia de la transformación hacia la libertad personal, está viva en cada uno de
nosotros.
Un día a la vez, atrevámonos a Observar sin
Juzgar.
Ana De Pietro - Facilitadora de Memoria Celular
Contacto:
WhatsApp: 249 4557618
Email: anadepietro@hotmail.com
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