18 de mayo de 2016

Sociedad

Sociedad. ¿Seguridad o curro?

¿Negocio redondo? Una vez que abre la puerta la planta empieza a facturar, casi de inmediato. El proceso está muy aceitado y no se detiene, más allá de algún inconveniente como el de la chica joven que va a la VTV con sus padres, pero a medio recorrido, antes de ingresar a la fosa para la etapa final, el Renault Clío dice basta. A estar de la patente "L" es un auto de menos de cinco años, pero acaba de perder todo el líquido refrigerante. No es el radiador. Probablemente alguna manguera, de esas que cuando se rompe una más vale cambiarlas todas porque luego empiezan a rajarse en cascada. Bueno, como sea, el Clio está detenido no más de tres minutos, porque enseguida lo empujan fuera del taller y el proceso continúa con el siguiente de la fila. Y la chica joven con sus padres tendrán que llamar al remolque. Esas demoras son inusuales, revelan los empleados. "Acá es raro que se pare por algo, estamos muy bien organizados y, modestia aparte, somos eficientes en la parte que nos toca, trabajamos bien". Evidentemente es una máquina de producir ingresos. Pero, ¿es realmente un negocio redondo? No es muy claro que así sea. Si nos centramos en el análisis exclusivo de la planta local, que sirve como variable de comparación de todo el sistema, es indudable que genera muchísimas "ventas". Que los tandilenses vayamos a dejar $30 millones durante 2016 es una proyección extraída de los datos que brinda la misma empresas con relación a la cantidad de inspecciones diarias y al costo de las mismas. Pero siempre que se habla de un negocio como tal hay que tener en cuenta que una cosa son los ingresos brutos y otra distinta los netos, luego de descontar los costos inherentes al servicio. El punto es que el negocio, en rigor de verdad, es una sociedad. Por un lado el empresario y por otro, el Estado de la Provincia de Buenos Aires. El primero pone el galpón, los instrumentos de medición, el personal; es decir, pone el capital y paga el trabajo. El segundo, bueno, el segundo es el poder concedente que crea las condiciones para que el primero gane dinero ofreciendo un servicio que hasta 1995 no existía. Y por ello cobra su canon. Podría decirse que Estado y empresarios de la VTV son socios al cincuenta por ciento de las ganancias, porque al canon que pagan estos del 18% hay que sumar el 21% de IVA, el 3,5% por ciento de Ingresos Brutos, un 1,45% del Impuesto Nacional al Débito y el Crédito y la Tasa Municipal de Seguridad e Higiene. Entonces, el que monta una planta de Verificación Técnica Vehicular arranca con un 50% de "pérdida", que es lo que debe darle al Estado. Con la otra mitad de la recaudación los empresarios deben pagar sus salarios y sostener el costo. Entonces, la respuesta a la pregunta sobre la rentabilidad del negocio no pude responderse de manera directa sino por deducción. Si en estas condiciones las plantas siguen funcionando tras 20 años de concesión, evidentemente no están perdiendo dinero. En cualquier caso, lo que es inobjetable es que la actividad no para de generar ingresos a costa de los resignados contribuyentes.   La VTV y los accidentes Una de las razones que alegó el Poder Ejecutivo Provincial al crear la Verificación Técnica Vehicular fue minimizar los accidentes de tránsito. Así se desprende de los considerandos del decreto 4103 del 3 de noviembre de 1995: "Que la implementación de tales medidas resulta indispensable a fin de garantizar la circulación vehicular, minimizando al máximo el riesgo de accidentes por fallas técnicas previsibles, proteger adecuadamente los derechos y obligaciones de los usuarios, garantizar la seguridad pública en las vías de circulación en ciudades y rutas y preservar las condiciones del medio ambiente, evitando causales de polución;". Pero las estadísticas vienen mostrando desde hace tiempo que los accidentes de tránsito son en realidad incidentes de tránsito, en los que por regla general lo que opera es la impericia o la desaprensión antes que una falla de los sistemas mecánicos o electrónicos de los vehículos. La Asociación Civil "Luchemos por la Vida", referente en materia de seguridad vial, publicó un artículo en su revista (Año 5 - Nº 13) que indica que "En las estadísticas elaboradas en los distintos países en general el factor humano aparece relacionado como la mayor causa de los accidentes de tránsito, relegando a un segundo término al factor camino y medio ambiente y al vehículo. En estudios estadísticos que toman como base los datos facilitados por las policías de tráfico es frecuente encontrar que el factor humano incide en un 90% y el resto se distribuye entre el camino y el vehículo." El artículo agrega: "Unas 450 personas murieron en 1998 en Argentina por fallas del vehículo". Ese mismo año, la estadística nacional de muertos en accidentes de tránsito llegó a 7579 personas. En 1996, al cumplirse el primer año de vigencia de la VTV fallecieron en la Provincia de Buenos Aires 3356 personas en accidentes de tránsito; en 2006 fueron 3062 y el año pasado 2322. Así tomada la muestra se nota un descenso, pero los números, que parecen tender a la baja, también muestras irregularidades en el patrón. Sin ir más lejos, en 2007 hubo más muertos que en 2006; en  2004 más que en 2003. Entonces, si los accidentes se producen por error humano en más del 90% de los casos. ¿Sirve la VTV? A estas alturas no parece haber debate en torno a la utilidad del sistema que obliga, al menos una vez al año, a poner el vehículo en buenas condiciones de seguridad. Lo que efectivamente molesta a los contribuyentes es el monto que debe pagar. Porque, volviendo a la discusión anterior, quizá pueda afirmarse que no es un negocio excepcional, pero que es una máquina de generar dinero no puede ponerse en duda.   El problema es el precio Los testimonios que recogió El Diario de Tandil se inclinan en el sentido de que el servicio es útil porque obliga a tener los vehículos en condiciones aceptables para circular. Pero al mismo tiempo no hubo un solo entrevistado que no se quejara por el costo.Graciela contó que llevó su Ford Eco Sport varios días después del vencimiento porque "tuve que elegir qué cosas pagar y la verdad es que no me alcanzaba para todo, así que puse la VTV entre las cosas para solucionar más tarde"."Yo manejo desde hace 28 años y lo de la VTV es como que te empuja a tener la máquina en buen estado, vos sabés que todos los años vas a tener que rendir una prueba y por ahí le prestás más atención. Ojo, no me parece mal, para nada, pero no te pueden cobrar quinientos mangos con toda la cantidad de impuestos que ya nos están cobrando, porque a mí no me engañan, esto es un impuesto más". Esa es la lógica de Rolando, que no tiene problemas para pasar la prueba porque se nota que su Fiat Siena está muy bien cuidado.De hecho, en 9 minutos termina la prueba y retoma la charla mientras espera que le adhieran la oblea al parabrisas. "¿Sabés qué pasa? Que nos cobran impuesto por tener auto, impuesto con la nafta, impuesto para circular con el curro del peaje, nos sacan $500 con esto... No se aguanta más pibe, nos viven exprimiendo como si tuviéramos jugo y ya estamos más secos que una pasa de uva".   Revisar el auto, más caro que ir al médico A nadie le gusta desembolsar dinero, por más que el mismo vaya destinado a una revisión de su vehículo lo que puede llevar a que no tenga inconvenientes. Los que critican consideran “inútil” la tarea que se desarrolla en la Planta del Parque Industrial y no están para nada de acuerdo con los valores que se cobran. Uno podría decir que de los 200 vehículos que pasan por día por la Verificación Técnica Vehicular, alrededor del 70 por ciento salen “aptos” y el 30 restante no tienen la misma suerte, por lo que le dan 60 días para arreglarlo, aunque en la mayoría de los casos pueden seguir circulando. De acuerdo a lo que se conoce, las fallas más comunes que se observan son fundamentalmente los frenos, las luces y tren delantero, y luego lo que respecta a cinturones de seguridad. Hay mucha gente que no quiere hacer pública su crítica porque entiende que “nos tienen a todos en los listados y cuando vayamos nos van a hacer la vida imposible para darnos la oblea. La verdad es un robo que, por 8 minutos de trabajo, nos cobren más de $500”. Roberto Pajón reconoció que “si no fuera por la Verificación no llevaríamos el auto a una revisión”, aunque tiene algunas objeciones, porque “me parece carísimo lo que tenemos que pagar todos los años”. Además, indicó que “para los mecánicos es una posibilidad de tener trabajo, porque el porcentaje de coches que no pasa tiene que recurrir a los talleres para poner en condiciones el vehículos”. Alberto Etchegoyen, también se sumó a las críticas por “lo que debemos pagar, es una cosa de locos; para que te miren todo por arriba nos cobran más que una consulta al médico y si no la hacés, corrés peligro de no poder circular”. “La mayoría viene antes” Adrián Ortueta tiene su taller en la Colectora Macaya al 1100. En el lugar se dedican a la electricidad del automotor y la mecánica en general. Ante la consulta de este semanario cuenta que “son muchos los clientes que pasan por acá antes de ir a concretar la Verificación. Ellos mismos se acercan y nos dicen que van a concurrir a verificar, por lo que nosotros sabemos en qué debemos poner atención”. Para el responsable del comercio, “es más prolijo quien va primero a un taller y pone todo en condiciones, los otros dan la sensación de ser más despelotados”. Es más, contó que “tengo clientes que 20 días ó un mes antes de hacerla VTV ya están pidiendo turno para tener todo listo y no encontrarse con problemas. Son muy pocos los que vienen a último momento o a las apuradas”. Al respecto, agregó que “en proporción, de la gente que concurre al taller, podría decirte que entre el 80 y el 90 por ciento concurre antes a revisar el coche y nunca hemos tenido alguno que rebote”. Por lo que ha escuchado, “la gente no se queja tanto por los valores que le cobran, aunque se molestan por la incomodidad que representa tener que ir todos los años en caso de coches particulares o cada 6 meses si se trata de repartidores o autos de alquiler” Desde su óptica, “la gente no pone reparos en el valor porque sabe que es por su seguridad y la del resto de la población”. Carlos Bistoletti es uno de los mecánicos más reconocidos de la ciudad. Son muchos los tandilenses que llevan sus vehículos al taller de calle Uriburu, pasando Moreno. El hombre entiende que “de no ser por un problema de luces, limpiaparabrisas o algo reglamentario, yo no recomiendo que me traigan el coche a revisar, que lo lleven directamente a la verificación”. Al ampliar su respuesta, expuso que “es preferible que ellos vean lo relacionado a frenos, suspensión o tren delantero, como así también lo concerniente al humo del escape para lo que tienen máquinas electrónicas y pueden encontrar los desperfectos”. También hizo referencia a que “en oportunidades hay una rueda que frena más que la otra, en definitiva recomiendo que lo lleven a verificar y si aparecen inconvenientes, con el papel que le entregan la gente va al taller y acomodamos todo con ese diagnóstico que sirve mucho para orientar y no andar desarmando cosas de gusto”. Reconoce que la mayoría de las quejas que ha escuchado de sus clientes son “por los 500 pesos que deben pagar, cuando hay que sacar plata todos nos quejamos”. Explicó que cuando le llevan a arreglar un auto que no pasó la prueba "agarro el auto y voy directamente yo a hacer la VTV para saber si está mi trabajo en orden”.   “Yo no pasé pero mi mecánico sí” Cómo todos los años, Sonia concurrió a realizar la Verificación Técnica Vehicular. La mujer hizo los distintos pasos guiada por los empleados y, mientras iban pasando los minutos, intuía los problemas que le encontrarían a su Ford Fiesta modelo 1997, impecable, con pocos kilómetros. Convencida que la rebotarían porque “siempre me encuentran que debo cambiar algo de los frenos”, comenzó a diseñar qué día iría al mecánico para solucionar ese problema y retornar dentro de los 60 días para conseguir la aprobación. La sorpresa de Sonia fue cuando el empleado le comunicó que “tiene problemas en los frenos, pero no es lo de todos los años, va a tener que ir al taller y corregir el problema”, entregándole la planilla donde figuran los inconvenientes detectados. “¿Los frenos?” preguntó incrédulamente porque hacía poco menos de un mes había estado el auto en el taller y se los habían reparado. Ni bien salió del Parque Industrial se dirigió al taller y cuando le mostró la planilla al mecánico, éste fue contundente: “mañana voy yo manejando y no podrán ninguna objeción, vas a ver”. Así ocurrió. Al otro día el hombre con su ropa de trabajo se subió al Fiesta y se dirigió al Taller de la VTV. A los pocos minutos volvió y el coche lucía la oblea. ¿Qué pasó? ¿Cuáles fueron los motivos para el bochazo primero y la aprobación posterior sin modificar nada? Nadie tiene la respuesta, pero la anécdota es cien por ciento verdadera.  

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