12 de octubre de 2017
por
Mauro Carlucho
No tiene pruritos en aclarar que proviene de una familia
humilde de clase media baja. Nació en Tandil hace medio siglo aproximadamente y
la remó bien de abajo. Quizás ese sea su mayor orgullo.
"Paca Bar", su proyecto más representativo, fue un boom a fines de la década del 90 y principios de
2000. Por más de 10 años llevó la delantera en el mundo de la noche. Convocaba
mucha gente que la seguía en todas sus locuras y así se ganó el lugar de
referente bolichera.
Ella dirá ante el micrófono de ElDiarioDeTandil que se lanzó
como emprendedora por necesidad. No había rendido todas las materias del secundario
cuando comenzó a trabajar de recepcionista en un gimnasio. Pero la relación de
dependencia no era para ella. Quería probar algo más.
Así fue que empezó a vender ropa junto a una prima, la idea era largarse sola
en algo. Estaba buscando su camino.
La oportunidad de trabajar en la noche le llegó con Studio
51 y Woddy. Sandra era relaciones públicas o tarjeteros como los conocíamos
antes. Se encargaban de invitar a la gente para que vayan al boliche. Por aquel
tiempo Sandra tenía una motito y recorría todo Tandil invitando a amigos y
conocidos.
En Woody comenzó a trabajar con su amigo (y hermano de la
vida), David Marcasso. Este era uno de los encargados del boliche y vio en
Sandra una persona con mucho potencial. Ella siempre estaba dispuesta, era muy simpática
y se notaba que pegaba onda con la gente.
Esto que estoy contando con cierta ligereza es muy difícil
de llevar a la práctica. No es fácil lograr que la gente te siga y confíe en
vos. La noche se rige por modas y Sandra siempre estuvo a la vanguardia.
Sus amigos la pintan como una mina sociable, muy amiguera.
Es fácil de querer. Quizás esta es una de sus fortalezas más importantes.
Rápidamente se hizo un nombre en el ambiente y le comenzaron
a llegar propuestas. Primero fue Fernando Vergel el que la convocó para abrir
Chiapas, un pequeño pub que estaba en Mitre entre Rodríguez y 9 de Julio. Allí
comenzó a mostrar su potencial. Pero al poco tiempo, Julián Dubourg le ofreció
abrir Paca y no dudó en empezar de nuevo.
Fue amor a primera vista. La flasheó cuando vió esa casa
histórica, con unos pisos de madera increíbles. La locación justa para un
cambio de era. Tandil estaba pasando de los boliches a los pubs y Sandra fue
una de las que motorizó esta transformación.
Dubourg era el socio
capitalista y Sandra le puso su alma. Ella recién estaba empezando y no contaba
con el dinero suficiente para un emprendimiento de este tipo. Pero le puso todo
de sí para que funcione y ¡vaya que funcionó!. Paca fue el bar de su
generación.
"Cuando lo veo a la distancia, siento que le fui sacando el
mejor jugo posible a las oportunidades que me dieron. A lo largo del tiempo me
fui rodeando de gente que hoy son mis amigos y socios en muchos de mis
proyectos. No me fue bien con todos los negocios que llevé adelante, pero debo
reconocer que fue un lindo camino. Cada boliche o bar fue un aprendizaje, un
paso para lo que venía luego", explicó sobre su trayectoria.
Con suerte dispar llevó adelante Macoco, Museo Bar, Uma, el
restaurante del Club Hípico. Siempre un paso adelante del resto. Aquel punto
gastronómico en el Hípico era una delicia. Un restaurante adelantado a su
época, que no rindió económicamente lo que se esperaba.
También probó suerte en otros rubros como la casa de
regionales "Que sería de ti", pero rápidamente se desprendieron de negocio. No
era lo suyo.
En el presente tiene varios negocios en marcha. Está Uma
como lugar de eventos, una delicada casa de té sobre calle Mitre (casi
Rodríguez) y desde hace un mes reabrieron la pizzería Pink en Mitre y
Chacabuco.
Está embaladísima con la pizzería, siente que es una opción
que faltaba en Tandil. Un lugar donde la protagonista es la pizza, pero también
se puede disfrutar de un happy hour o una cerveza entre amigos.
Cuando todos miran para las cervecerías, Sandra presenta
otra opción. Nunca fue de seguir la corriente. Les diría que al revés. La gente
la seguía a ella.
En este proyecto están asociados con David y Gabriel
Marcassó, Franco Cabrera y Diego Drysdale. Toda gente amiga, con largo
recorrido en el ambiente.
"David es mi hermano, con Franco hemos hecho de todo. Yo fui
empleada suya, después él fue empleado mío, fuimos y somos socios. Con Diego
nos conocemos hace mucho, Gabriel también es de la familia y tiene experiencia
en el rubro de las pizzerías. Hoy busco esto en mi trabajo. Estar con gente que
quiero, disfrutar de una cena y un trago en buena compañía. Me voy a dormir cuando tengo ganas. Tengo muy
claro que quiero de mi vida", sostuvo.
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