15 de agosto de 2020
por
Brando Bruni
En nuestra
ciudad, a Claudia Lumovich muchos la conocemos como LA modelo tandilense. En su
extensa carrera, supo recorrer pasarelas de todo el mundo, hasta volver a
Tandil para crear su propia escuela. Una historia de talento, esfuerzo y
perseverancia que le contó a El Diario de Tandil.
Nació en Tandil, en
Villa Italia - "de la Villa hay que
aclararlo", dice - y ya a los 13 años se empezó a meter en esto del
modelaje, haciendo el curso en Belleza Científica, con María Ester Lacovara. "Fui con mi mamá a ver si podía empezar. No
podía pagarlo en ese momento, así que me becaron y tenía que pagar haciendo
promociones. Empecé a trabajar de muy chiquita, hoy en día no se haría pero
aquel momento no había problema", recuerda Claudia. De este modo, empezó a
repartir volantes por todo el pueblo y hacer desfiles y ateliers en la zona.
Aclara que "tampoco es que quería ser modelo si o si,
no tenía una idea exacta de lo que era. Pero si escuchaba que mucha gente me
decía que tenía ser modelo. No sabía bien de que se trataba, probé en el curso
y se fue dando".
Repasando esos
primeros pasos, menciona que "al
principio con mis viejos todo tranquilo, el problema fue a los 16 años cuando
surgió la posibilidad de un casting en Buenos Aires. Yo con suerte conocía
Necochea y Mar del Plata. Un fotógrafo de la Revista Caras me vio en la feria
de Semana Santa y me dijo que me vaya a hacer el casting. Quedé en la agencia y
empezó el tema, comenzar a viajar, perder días de colegio. Todo para hacer
castings donde no quedaba nunca". Esa racha cambió cuando apareció la
posibilidad de un casting para la agencia europea Elite, la que en aquel
momento tenía entre sus representadas a supermodelos de la talla de Cindy
Crawford, Noami Campbell o Claudia Schiffer. "Era como ir al Barcelona o al Real Madrid", afirma.
Entre un montón
de chicas, quedó ella: "Ahí se me cayó
el mundo abajo. Era la alegría y el terror absolutos. ¿Cómo les decía a mis
viejos que yo en 15 días me tenía que ir a Ibiza? Era Villa Italia - Ibiza, un
salto tremendo".
Por ese entonces
ya estaba de novia con Jorge Bertrand, que la motivó a viajar. Los padres
firmaron contrato - "como hacen con los
jugadores de futbol" - y se fue sola al viejo continente. Primero a Ibiza,
a armar de material fotográfico, y de ahí a Madrid.
"El booker que me llevó, un señor que se llamaba
John Casablancas, me dice que íbamos a hacer material de fotos y viene el grave
problema, quería negociar, lo que hoy le explico a las chicas que hay que tener
cuidado. Me pedía salir con él, y si estaba todo bien, avanzaba. No acepté y se complica la situación. Ahí
empiezo a dejar de comer, angustiarme y no querer hacer nada", repasa Lumovich sobre ese mal momento.
"Lo único que tenía era medio. Quería volver a
Tandil con mi mamá a tomar mate. Estaba viviendo en una mansión y yo lloraba,
nada más. Llamaba a la agencia, me decían que no me podia volver, que estaba en
el mejor lugar del mundo y era una posibilidad única. Estuve 15 días aguantando
esa historia, me fui al aeropuerto, cambié el pasaje y me quedé toda la noche
durmiendo ahí esperando que se haga la hora de volver", cuenta. Y volvió. Volvió a la escuela, a la
vida normal de la ciudad, sin dejar los desfiles en la zona, el modelaje iba a
seguir siendo parte de su vida.
"Con Petete Bruni
y Daglio, surge el contacto con Ante Garmaz en ATC. Hacíamos desfiles en
distintas ciudades y en la tele, en ese momento estaba Pamela David y un par de
chicas más que recién empezaban. Un día
tuvimos un desfile en San Juan, cuando terminamos se acercó un señor que
gracias a Dios era gay, que le había encantado mi pasarela y me preguntó porque
no trabajaba afuera. Después lo que me había pasado no quería ir a ningún lado.
Pero me dijo que mande material a Chile, él tenía un amigo en agencia grosa en
Santiago. Lo tomé como una última oportunidad", repasa.
Mandó el
material, la llamaron y a viajar sola de nuevo: "Mis viejos bancaban toda la situación. Hoy en día, yo que tengo una
hija de 16 no la dejaría hacer nada de eso".
En el país
transandino "lo primero que me dijeron
es que no tenían donde alojarme, fui a la casa de una booker porque no había
lugar en la casa de los modelos. Yo todo lo que me decían, hacía, no tenía
opción ni experiencia".
Con una
disciplina de hierro, todos los días se iba a la agencia a las 7 de la mañana,
impecable porque si había casting. Paraba en una plaza a cuatro cuadras, donde comía,
dormia la siesta y pasaba el tiempo. Cada tanto se acercaba a la agencia,
preguntando por castings.
"Hice 21 castings, no quedaba en ninguno. En la
agencia me decían que tenía un lomazo pero la cara muy angelical. Tenía que
reaprender todo, entonces aprendí de mis compañeras. Me encontré con una chica,
Daniela, que hoy es mi amiga, que me preguntó porque no vivía en la casa con
las modelos. Me dijo que había lugar, pero nadie apostaba un peso por mí", sigue contando Claudia. 22 días después
de su Cruce de los Andes, apareció la oportunidad, quedó en una publicidad de
Almacenes París, lo que sería Fallabella hoy: "Ahí la agencia me amó, esto tiene eso, su laburás sos una capa, si no
nadie te quiere"
En ese punto, se
dio la mudanza a Chile, acompañada de Jorge. "En Santiago hice una carrera hermosa, tuve mucha suerte. Pero es un
mercado chico, llegó un momento que era la cara del shampú, del yogur, de todo;
te empezabas a quemar. La agencia me dijo que había que irse a otro lugar, me
mandaron a Alemania, me fui a Hamburgo, toda una experiencia nueva", expresa.
"Todas son posibilidades, hay que estar. En ese
momento, en Hamburgo, hice un desfile en un pub y la señora que organizaba me
llevó a hacer la semana de la moda en Dusseldorf, que era como el Fashion Week
de Brasil y yo no sabía ni que era. Después las chicas me contaban que ellas
habían pasado por tres o cuatro castings para llegar y yo haciendo ese desfile
chico tuve esa posibilidad". Así se le fueron abriendo puertas tanto en Alemania como en España,
Italia, México y Brasil, pero nunca era fácil: "A cada lugar que iba pagaba derecho de piso, era empezar de nuevo. Cuando
fui a Milán llegué con tres books llenos de fotos, me dejaron solo cuatro fotos
que les gustaron, lo demás no les servía. Fue donde más me costó, los castings
eran terribles"
Estando en
Barcelona la volvieron a llamar de Alemania, hizo un casting para Nivea, que se
hacía en cinco países. Pasó las pruebas y quedó en la campaña para toda Europa.
"ese fue mi trabajo más groso", afirma
y agrega que "Cuando volví a Chile, me
valoraron tres veces más".
Pero claramente
se ganó ese nombre y respeto, tras bancarse muchísimos "no", entendiendo como es
el durísimo mercado del modelaje. "Hoy
en día es difícil transmitir eso a las chicas, se frustran muy rápido. Yo no sé
si eran las ganas, el deseo, pero nunca me frustré, y eso que me dí la cabeza
500 veces contra la pared"
Dice que la
manera para triunfar es "Si no te la crees y te la tomas como un laburo
cualquiera. No podes creerte que sos la mejor o la más linda, tenes que tomarlo
como un laburo, llevas un curriculum y te llaman o no. No lo sufrí ni sentí la
competencia con otras modelos, al contrario, valoraba muchísimo lo que hacían
las chicas y aprendí de todas. Eso no quita que existe el codazo antes de salir
o que te falte un zapato. Es constancia y disciplina. Muchas veces quedaba en
laburos porque simplificaba. Siempre era puntual, si tenía que estar tres horas
en la playa en invierno, lo hacía con la piel de gallina".
Y entre esos
trabajos recuerda su participación en el videoclip de la canción "Cuando acaba el placer" de So Pra
Contrariar, el cual protagonizó: "Fue una
tortura, terrible. Fue en el Valle de la Luna, hacía mucho frio. Es más, el
brasilero llegó, sintió el frío y estuvo solo cinco horas; yo me quedé tres
días filmando. Se me endurecían los pies, me metían dentro de una camioneta con
calefacción, y cuando me podía mover me mandaban a filmar. El casting se hizo
en el aeropuerto de Santiago, fuimos tres modelos de la agencia, la directora nos miró ahí mismo y la
que le gustaba se iba a grabar el video, las otras dos se iban a la casa".
Estuvo en Chile
hasta 2003. Regresó a Tandil se volvió con la intención de formar una familia y
lo consiguió: "Volví con la idea de
poner la escuela de modelos, pero más adelante... y hace 13 años que la tengo. Invertimos
en una fábrica de cerámica y a los dos años quebró, nos quedamos en cero. Ya
tenía a mi hija Camila, que tenía un año, así que era agarrar la mochila e irme
de nuevo o encarar. En ese momento surgió la escuela, era lo que sabía. Me hice
un par de volantes y salí a repartir en los colegios, así llené mi primer curso".
De ese momento,
la Escuela no paró de funcionar y ya tuvo unos 800 alumnos. "Recibís chicas que vienen por un tema de
timidez, que no saben lo que les gusta; no pasa solo por hacer pasarela y que
se maquillen. Anexamos teatro, expresión corporal, no hay requisitos de altura o
peso, lo hace quien desee. Se arman grupos humanos más allá del modelaje".
Explica que ese
"más allá del modelaje" implica, por ejemplo, que "antes hablaban con tus viejos, hoy con las redes hablan directamente
con las chicas. Hay 500 mil agencias truchas, las chicas que hacen el curso
tienen la posibilidad de consultarme y corroboramos si es verdad o no. Podes
explicar que lo lindo no es la perfección, que en mi época era así. Yo fui a
las agencias de Dotto y Piñeyro, ninguna me aceptó, si no medias lo necesario
no tenías oportunidad, te median sin evaluarte como persona o ver como
fotografiabas. Hoy no pasa eso, hay modelos más bajitas o más rellenitas, me
parece genial que se le dé la oportunidad a todo el mundo. Las agencias ahora
tienen distintos tipos de modelos, hoy no solamente son modelos 90-60-90.
"También recibís agradecimiento de los padres, de
pronto a alguna chica le costaba dar las clases en la escuela porque no se
animaba y ahora lo puede hacer porque se sacó la vergüenza, se siente más segura.
Esa parte es una satisfacción más grande que el modelaje", añade.
Hablando de si
añora las épocas de las pasarelas, dice que "cuando vine a Tandil y quedamos en cero, extrañé. Yo hacía un
comercial y me compraba un auto, era una diferencia terrible en lo económico, a
nivel modelaje me sentía realizada. La tenía más fácil afuera. Pero nunca sentí
la necesidad de ser famosa, me han ofrecido un montón de veces estar en la
tele, hice algunas cositas en telenovelas, pero no me sentí segura para hacer eso.
Ahora me gusta más organizar un desfile, estar atrás, alentar a las chicas para
salir, que estar en la pasarela. Si lo tengo que hacer, lo hago, pero no lo
disfruto como antes. Hoy en día la tele me puede llegar a tentar, lo que es
actuación hoy no porque siento que soy de madera. Capaz que se puede lograr
porque se aprende. Por ahí en la tele, hacer algún programa, puede llegar a
ser".
Por último,
hablándole directamente a los chicos y chicas que quieren empezar en el
modelaje, Claudia les dice que lo importante es "Primero, la constancia; después, la predisposición. La generación
nueva hace dos o tres castings, y al cuarto ya no va, necesitan lo rápido. Ven
mis fotos y quieren eso, pero para hacer eso pasaron muchas cosas. Eso no
quiere decir que para todos sea tan difícil como me pasó a mí, por ahí hacen un
casting y quedan. Pero hay todo un momento de aprendizaje, nadie lo puede hacer
de un día para el otro".
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