27 de diciembre de 2016
Sinopsis:
Sostenía Fulcanelli:
"Este mutus liber (libro mudo o cerrado) que es el
templo, Biblia oculta y de macizas hojas de piedra; la huella, el sello de la
Gran Obra Laica al frente de la Gran Obra Cristiana".
El siguiente volumen incluye conferencias y artículos breves
que abordan aspectos históricos de las doctrinas masónicas reveladas a través
del ritual y el símbolo, así como las posibles rupturas y vinculaciones o
puntos de confluencia en el ideario de los masones, las religiones cristianas y
el paganismo, sin descuidar el contexto social, cultural y político de las
épocas en las cuales se han desenvuelto y desplegado sus actividades.
Entre los ejes principales se aborda la figura
socio-política y religiosa del Buen Pastor, asociada a la pastoral de las
iglesias cristianas y también a distintos Ritos masónicos y otras sociedades.
También el aspecto simbólico-religioso utilizado por la
naciente iglesia, y del cual esta se sirvió al usurpar la tradición pagana y, a
su vez, la posterior apropiación de los altos grados masónicos de la ya
afianzada tradición judeo-cristiana (Reforma y Contrarreforma incluidas), al
avanzar en su evolución especulativa a partir del siglo XVIII.
De la introducción: Aspectos de la Masonería
Resulta complejo definir y encasillar a la Masonería como
institución. Hay muchas vertientes, y por la naturaleza misma de los miembros
que la integran, se genera en estos un concepto propio.
De sus muchas características puede decirse que es una
sociedad de pensamiento, cuyo énfasis está puesto en los aspectos morales e
intelectuales, y en el desarrollo íntegro del ser humano.
Otros podrán agregar la espiritualidad, el aspecto esotérico
con todas las derivaciones que involucra el vocablo y hasta el componente
deísta, este último afianzado dentro de la Masonería que se guía por los
parámetros establecidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra, surgida en 1813.
Utiliza el lenguaje simbólico para transmitir sus
enseñanzas, para lo cual adoptó las herramientas del oficio de los canteros o
talladores de piedra de la edad media.
Con respecto al origen de la palabra masón (que significa
albañil o constructor), o franc-masón (free, en inglés, o franc, en francés),
los investigadores no se ponen de acuerdo.
Lo más probable es que el término haga alusión al paso
franco a través de pueblos, fronteras y Estados, libre de todo tipo de trabas,
y del cual se privilegiaban los masones por el hecho de estar al servicio de la
iglesia, nobles y reyes.
A esta variante del compañerazgo se le puede asociar también
con las llamadas guildas, o a las agrupaciones gremiales y sindicales que a
través de la historia se fueron formando para protección de los individuos que
las integraban. Como así también su trabajo y secretos profesionales.
Existieron en casi todas las culturas en diversas formas, a
veces canalizadas a través de las castas u otras con mayor liberalidad (desde
Egipto a Roma). Para ser breves, y situándonos en la edad media occidental (lo
que supone una fecha más específica para ubicarnos), se puede decir que uno de
sus aportes es la noción del mutualismo.
Mutualismo (o ayuda mutua), protección del individuo y del
grupo, de sus técnicas de trabajo y aprendizaje, gremialismo, etc., son
características propias del compañerazgo (operativo), del que abrevará la
posterior Masonería especulativa.
Pero la Masonería operativa, y la llamada actualmente
especulativa, son cosas bien distintas.
Se puede decir que en 1598, Wiliam Schow, supervisor de
obras del rey de Escocia, contribuyó a la reorganización de las Logias,
estableciendo la obligatoriedad de llevar un registro de sus reuniones,
soslayando, en cierta manera, la tradición oral imperante hasta ese momento.
Esto constituyó un paso importante en la conservación de materiales escritos.
Con el tiempo la construcción en piedra decae, dándose prioridad
en la construcción a otros materiales, como el ladrillo. Ya en el siglo XVII es
más notorio el ingreso de los llamados masones aceptados, sobre todo aquellos
caballeros notables reunidos en torno a la Sociedad Real de Londres; pero los
masones aceptados fueron en principio los nobles o terratenientes, y hasta
clérigos, que debían encargar sus obras a los obreros capacitados, siéndoles de
utilidad, a la hora de contratarlos, conocer las señas por las cuales aquellos
se reconocían.
En la segunda mitad del siglo XVII, convivían en las Logias
anticuarios como Elías Ashmole o nobles como el conde de Moray que pisaron las
Logias pocas veces en su vida, junto a seguidores de movimientos
ideológico-políticos como los rosacruces y/o científicos de todo tipo, como
Isaac Newton. Junto a estos se destacó Cristopher Wren, personalidad muy culta
y último de los Grandes Maestros de obra de la Corona británica antes del
nacimiento de la Masonería especulativa en 1717, y que se ocupó de la
reconstrucción de Londres luego del gran incendio que la asoló en la década de
1660.
Aclarada esta etapa de transición histórica, queda
evidenciada la imposibilidad de contar con registros documentales detallados de
todo este proceso evolutivo.
La Masonería especulativa surgida en 1717 con la creación de
la Gran Logia de Londres es una entidad totalmente distinta, que utiliza el
simbolismo de las herramientas de los antiguos canteros, pero que va más allá
en su accionar social, intelectual e ideológico. Surgida al calor de las disputas
dinásticas en Inglaterra entre los Estuardo y los recién llegados Hannover, y
con un fondo de luchas de clase y de religión, entre católicos y protestantes,
las Logias se constituyeron en nidos de conspiraciones.
La escasez documental es una problemática que se ajusta a
los parámetros seguidos por la institución en su nacimiento a la modernidad en
el siglo XVIII. Su naturaleza secretista influyó para que en sus primeros
tiempos no se registraran sus reuniones, o que este registro fuera deficiente o
que dicho material fuera ocultado y con el tiempo se extraviara. Las condenas
papales empeoraron la situación.
En este contexto la mujer ni siquiera fue contemplada en las
Constituciones de Anderson de 1723 (documento fundacional de la Masonería
moderna), y su emancipación social todavía era impensable, si bien hoy está
demostrado que la mujer integró grupos de trabajo y colaboró en la Masonería
operativa. Una disposición general establecía: "Los esclavos, las mujeres,
la gentes inmorales o deshonrosas no pueden ser admitidas, sí solamente los
hombres de buena reputación".
En síntesis:
En la modernidad, en el siglo XVIII, surge la Masonería
ahora llamada especulativa, reflexiva, no la del masón que opera o construye
edificios o trabaja con la piedra. Todo este tipo de Masonería sufrió
transformaciones a partir de los últimos 300 años.
Existen diversas Masonerías. Mencioné a la anglosajona, que
para caracterizarla es básicamente deísta, ya que para ingresar exige creer en
Dios, y este es un problema que enfrentan muchos masones.
Hay otro tipo que se llama liberal o adogmática, y se la encuadra
bajo ese concepto porque apunta a la libertad absoluta de conciencia. Se
admiten ateos, agnósticos y mujeres.
Esta última vertiente ha estado históricamente representada
en el Gran Oriente de Francia y en la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit
Humain- El Derecho Humano (la primera Obediencia en la cual la mujer se inserta
con plenitud en las Logias y en un plano de igualdad junto al hombre), nacidas
en 1773 y 1893, respectivamente, y ambas de fuerte contenido social.
Puede decirse que la Masonería permite el acercamiento de personas que en otro momento de la vida no se hubieran conocido. Actualmente no es secretista, aunque jamás estuvo apartada de la sociedad, ni de los cambios operados en esta desde que la entidad surgió.
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