23 de diciembre de 2024
En este artículo vamos a ahondar en la estrecha relación entre la hidratación y el rendimiento físico, teniendo en cuenta los procesos y las demandas que tienen lugar en el cuerpo mientras nos ejercitamos y la importancia de la ingesta de agua para evitar cualquier tipo de afección en el organismo.
Una hidratación
insuficiente, una cantidad de agua menor a la necesaria, en el organismo
provoca una disminución del volumen plasmático, lo que impacta directamente en
el sistema cardiovascular y en la regulación de la temperatura corporal. A su
vez, este escenario reduce la presión arterial y genera que les llegue menos
sangre a los huesos y músculos, disminuyendo su capacidad de soportar esfuerzos
y aumentando el riesgo de lesiones.
Para paliar la
deshidratación, el cuerpo aumenta la frecuencia cardiaca, menos cantidad de
sangre alcanza los tejidos de la piel, ésta elimina menos calor y la
temperatura del cuerpo aumenta considerablemente. Si el cuadro de deshidratación es grave, puede afectar al rendimiento físico
y facilitar un golpe de calor. Es por eso que cuando realizamos actividad
física no debemos esperar a tener sed; por el contrario, debemos tomar agua antes, durante y después de ejercitarnos para
mantener constante el contenido de electrolitos del cuerpo y evitar deshidratarnos.
En este artículo vamos
a ahondar en la estrecha relación entre la hidratación y el
rendimiento físico, teniendo en cuenta los procesos y las demandas que
tienen lugar en el cuerpo mientras nos ejercitamos y la importancia de la
ingesta de agua para evitar cualquier tipo de afección en el organismo.
Hidratación y actividad física:
un vínculo que no debe quebrarse
En condiciones
ambientales y de actividad normales, con temperaturas amenas y sin esfuerzo
físico, el cuerpo humano pierde más de
medio litro de agua con el mecanismo de la transpiración, a través de la
piel. Cuando la temperatura ambiente es alta y/o realizamos actividad física intensa, esta pérdida de agua puede alcanzar el
litro y medio, es decir, tres veces más de lo habitual, y generar un estado
de deshidratación.
Así como podemos
consumir alguna proteína polvo para
compensar una insuficiencia proteica en la alimentación diaria, cuando perdemos
agua y sales minerales al entrenar debemos ingerir agua o líquidos ricos en
sodio y potasio que puedan subsanar esas pérdidas para optimizar nuestro
rendimiento físico y evitar dolores y lesiones musculares y articulares.
Algunos estudios sobre
hidratación y rendimiento físico señalan que este último puede verse disminuido
notablemente cuando los niveles de deshidratación superan entre el 1 y el 3%
del peso corporal y que la deshidratación puede influir en la composición
corporal y facilitar el sobrepeso y la obesidad. Un dato no menos importante si
tenemos en cuenta que el sobrepeso es responsable de cerca del 60% de los casos
de diabetes, el 20% de cardiopatías y entre el 8 y el 42% de cáncer.
Del mismo modo,
diversas pruebas demuestran que una falta
de hidratación en torno al 2% causada por el entrenamiento físico en
ambientes de temperaturas elevadas reduce
tanto el rendimiento físico como el intelectual.
Así como se recomienda
ingerir determinado tipo de proteína polvo en
un momento específico del ejercicio en función del objetivo a alcanzar, los
especialistas indican que debemos mantener una hidratación adecuada y
suficiente en tres etapas de la actividad física, seamos profesionales del
deporte o simples mortales que vamos al gimnasio tres veces por semana.
Idealmente debemos
ingerir entre 400 y 600 mililitros de
agua o alguna bebida isotónica entre
1 y 2 horas antes de comenzar la actividad física para llegar a ese momento
con una hidratación suficiente, disminuir
el aumento de la temperatura corporal y tener una menor percepción del
esfuerzo que hacemos.
La ingesta de agua
durante el ejercicio debe ser parte de la rutina y corresponderse con el
esfuerzo y la transpiración de modo de compensar la pérdida de agua. Debemos
comenzar a tomar agua a los pocos
minutos de iniciado el entrenamiento y hacerlo
constantemente en intervalos regulares para reponer los electrolitos que
vamos perdiendo y mantener el nivel de glucosa en sangre. Lo recomendable es
tomar entre 250 y 300 mililitros cada 20
minutos.
Después de la actividad física
Una vez finalizada la
rutina, el inmediato consumo de líquidos
es fundamental para que nuestro cuerpo se recupere adecuadamente y vuelva a
su estadio normal de reposo habiendo compensado la pérdida de agua. Se aconseja
tomar entre medio litro y un litro de
agua de manera paulatina y sostenida.
Para la mayoría de las personas, esas que hacemos
ejercicio de intensidad moderada, un promedio de tres veces por semana y
rutinas de no más de 90 minutos, lo más recomendable para hidratarse es el agua fresca, no fría, porque el cuerpo
es capaz de absorber muy rápido.
Por su parte, la hidratación con bebidas
isotónicas, también mencionadas como bebidas deportivas, es indicada para deportistas de alto rendimiento y para
personas que realizan un entrenamiento
físico intenso, frecuente, prolongado y/o en entornos con temperaturas altas.
Porque este tipo de líquidos contienen hidratos de carbono como sacarosa,
fructosa, glucosa y almidón y minerales como fosfatos, sodio, potasio, calcio y
magnesio.
Esta composición
optimiza la compensación de la pérdida
de agua y sales minerales transpiradas y aseguran la glucosa que
necesitamos para producir energía y
para generar los fluidos que rehidratará
nuestro cuerpo. Cabe señalar que no se
recomienda ingerir estas bebidas antes del ejercicio ya que pueden provocar
un cuadro de hiperglucemia.
Tipos de bebidas deportivas de hidratación
Las bebidas isotónicas son un tipo de bebidas
deportivas de hidratación, pero también existen las hipertónicas y las hipotónicas.
Contienen electrolitos
y azúcares a la misma presión osmótica que la sangre, lo que permite una óptima absorción. Son recomendadas en entornos calurosos y cuando
transpiramos mucho, para disminuir el cansancio, mejorar el rendimiento y
acelerar la recuperación.
Las gaseosas son la versión más popular. Tienen carbohidratos y una mayor
concentración de solutos en comparación con los presentes en cada unidad de
volumen de la sangre. Para diluirlos, el cuerpo secreta agua hasta que el
líquido se vuelva isotónico. No son las
ideales para compensar pérdida de agua, pero sí para quienes hacen
esfuerzos duraderos con poca transpiración que requieren absorber
carbohidratos.
El agua es una bebida hipotónica y, junto
a una alimentación balanceada y saludable y con un entrenamiento moderado, le brinda al organismo los niveles
necesarios y deseados de hidratación.
Recomendaciones para evitar la deshidratación
al entrenar
?
Elegir los
horarios con menor temperatura, como
la primera hora de la mañana, el atardecer y la noche.
?
Si
entrenamos al aire libre, evitar hacerlo entre las 10 y las 17 horas y, de
hacerlo, usar gorra.
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Vestirnos
con indumentaria cómoda, liviana y
confeccionada con materiales que permitan
la transpiración.
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No ingerir diuréticos. De hacerlo por prescripción médica, consultar
con el profesional ya que pueden contribuir a la deshidratación.
?
Tomar agua antes, durante y después del entrenamiento.
Datos de interés sobre la ingesta ideal de agua
?
Quienes
beben un promedio de 1,5 litros de agua
por día gastan un 9% más de calorías que quienes no lo hacen, unas 195
calorías diarias.
?
Las
personas que toman agua habitualmente consumen
más verduras, frutas y lácteos bajos en grasas.
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Quienes
ingieren agua de manera diaria, frecuente y abundante dejan de consumir bebidas azucaradas como las gaseosas.
?
Reemplazar
las bebidas calóricas por agua puede representar la pérdida de dos kilos de peso en un año.
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