23 de agosto de 2022
El 21 de agosto de 1946, el Senado nacional aprobó el sufragio femenino. La ley 13010 fue sancionada en septiembre del año siguiente y consagró formalmente la incorporación de las mujeres argentinas al escenario político.
Desde la AMAFUTAN (Asociación de Magistrados y Funcionarios de Tandil) la doctora María de los Ángeles Marsiglio, fiscal titular de la UFI 18 del fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, reflexionó sobre el contexto previo y los cambios que impuso en el campo jurídico.
"Si tomamos en cuenta la línea temporal, la lucha por la conquista de los derechos políticos de las mujeres tuvo como país pionero a Nueva Zelanda, quien concedió el derecho a voto en 1893, pero en Arabia Saudita recién fueron reconocidos en 2015, más de un siglo después", anticipa la magistrada.
¿Puede rastrearse un patrón común en algunos procesos históricos, aun cuando cada conquista atiende a demandas propias?
Hay un patrón común que no es ajeno a otros derechos y, a medida que los países fueron constituyéndose en repúblicas y adoptando sistemas democráticos, también fueron ampliando derechos. Por el contrario, con las dictaduras y regímenes autoritarios, hubo un retroceso. Lo podemos advertir en la España de Franco o la Francia de la ocupación nazi, por ejemplo que tuvieron un tardío reconocimiento de derechos, en relación al resto del contexto europeo.
Ese patrón de avances y retrocesos en la concesión de derechos civiles también se registra en nuestra historia, no solo en el voto sino también en otros derechos, como el de divorcio que había sido establecido en 1954 pero su vigencia fue muy corta porque, tras la caída de Perón, quedó sin efecto. Recién en 1987, con el gobierno de Alfonsín, se restituyó jurídicamente y con la vigencia del nuevo Código Civil y Comercial (2015) se admitió con la sola presentación de una de las partes, siempre que sea acompañado con una propuesta en relación a los bienes, cuidado de hijos y demás consecuencias.
Las situaciones y los caminos que han tenido que recorrer las mujeres también se inscriben en una línea de procesos similares. Fue en los gobiernos democráticos de países republicanos donde pudieron florecer esos derechos, instituyéndose normas jurídicas abarcativas a todo el colectivo nacional, provincial y municipal.
ANTECEDENTES EN EL MUNDO
"Después de la Revolución Rusa y de la caída del zarismo, en 1917, se concedió el sufragio femenino luego de que 40 mil mujeres se manifestaron en las calles de San Petersburgo. En 1918, en Reino Unido, las mujeres votaron por primera vez pero con la limitación de que tenían que ser mayores de 30 años y satisfacer determinados requisitos de propiedad. Solo 10 años más tarde, el sufragio femenino se extendió a todas las mayores de 21 años. En Estados Unidos, en 1920, se ratificó la 19na Enmienda de la Constitución que consagró el sufragio femenino. Desde 1869, se había aprobado en algunos estados pero no a nivel nacional. El primer país de América Latina fue Ecuador, en 1929", sintetiza la Magistrada.
EL VOTO FEMENINO EN ARGENTINA
"Si pensamos en el voto femenino en Argentina nos remontamos inmediatamente a septiembre de 1947, fecha en la que finalmente las mujeres accedieron al derecho a votar y a ser elegidas. La ley estableció en su artículo 1 que tenían los mismos derechos políticos y estaban sujetas a las mismas obligaciones que imponía a los varones. Sin embargo, a pesar de la promulgación, las mujeres no pudieron participar de una elección hasta el 11 de noviembre de 1951 porque fue necesario crear un empadronamiento y un documento de identidad. Los varones, en cambio, eran empadronados desde 1904 para cumplir con el servicio militar obligatorio; por lo tanto, cuando se sancionó la ley Sáenz Peña que les otorgó el derecho a voto, contaban ya con un registro en todo el territorio nacional.
Fue necesario entonces, luego de la sanción de la ley 13010, que se organizara el Registro Nacional de las Personas a partir de la sanción de la ley 13482, un año después de la ley de voto femenino. Con su creación, se otorgó a las mujeres un documento especial de identidad denominado libreta cívica que las acreditaba como ciudadanas (equivalente a la libreta de enrolamiento de los varones) y era requisito para ejercer sus derechos políticos", subraya Marsiglio.
¿Cuál fue el camino recorrido por el movimiento sufragista nacional?
En 1862, durante la gobernación de Domingo Faustino Sarmiento en San Juan, se concedió el derecho a voto femenino aunque era un sufragio calificado. A pesar de la restricción, fue un antecedente importante que permitió, en la reforma constitucional provincial de 1927, conceder derechos políticos a las mujeres en las elecciones municipales y provinciales, siendo la primera provincia argentina donde tuvieron derecho a voto y a ser elegidas. La primera mujer que accedió a un cargo por voto popular fue la intendenta de Calingasta, Emilia Collado, en 1928.
Por otra parte, del repaso del contexto nacional e internacional se deduce que la conquista del voto femenino en la Argentina fue resultado de intensas luchas de los movimientos de mujeres. La búsqueda de igualdad en derechos civiles y políticos no fue fácil en una sociedad en la que solo los hombres tenían voz y la tarea realizada por mujeres como Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Carolina Muzzilli y Eva Duarte, entre otras, fue fundamental para construir una sociedad más justa.
Alicia Moreau de Justo fue una política, médica, educadora, militante del Partido Socialista, líder del movimiento por el voto femenino en nuestro país y creadora del Comité Pro Sufragio Femenino en 1907, en el seno del Partido Socialista. En ese espacio nació, en 1911, el primer proyecto de ley que fue presentado por el diputado Alfredo Palacios pero negado rotundamente: ni siquiera se trató en el debate legislativo. Fue el primero de un total de 22 proyectos que se presentaron infructuosamente en el Congreso, hasta el sancionado en 1947. A pesar de ello, esas mujeres continuaron organizándose en otros espacios, por ejemplo, en el Congreso Nacional de Libre Pensamiento que había sido creado por Alicia Moreau en 1906 o las actividades que se llevaron a cabo en el marco del Primer Congreso Feminista Internacional que tuvo lugar en Buenos Aires en 1910, para el centenario de la Revolución de Mayo.
En 1918, Alicia Moreau de Justo fundó la Unión Feminista Nacional y en 1932 presentó un nuevo proyecto de voto femenino, llevado a la Cámara por el diputado Mario Bravo. Obtuvieron la sanción en Diputados pero fue rechazado en Senadores.
Otra de las mujeres pioneras fue Julieta Lanteri, médica farmacéutica y política ítalo-argentina; fundadora de la Asociación de Universitarias Argentinas de la Liga Argentina de Mujeres Librepensadoras y del Partido Feminista Nacional. Lanteri fomentó el debate sobre igualdad de género, igualdad política y divorcio. Fue la primera mujer en Latinoamérica en ser incorporada a un padrón y en votar durante las elecciones municipales de 1911, luego de presentar ante la Justicia un amparo para que se le reconociera su derecho a sufragar. En 1919, impulsó la creación del Partido Feminista Nacional junto con la médica Cecilia Grierson con quien también fundó la Asociación de Mujeres Argentinas, procurando una lucha más amplia por los derechos de los niños y en contra de la trata de personas.
En esta construcción colectiva mencionamos también a Elvira Rawson, la segunda médica que tuvo nuestro país, militante de la UCR, fundadora de del Centro Feminista que reivindicaba la igualdad civil. En 1919, promovió la Asociación Pro Derechos de la Mujer de la que fue presidenta, formada por hombres y mujeres de diversas convicciones políticas. En esa diversidad, podemos citar también a Carolina Muzzilli, obrera textil, militante socialista y periodista feminista, quien participó activamente de las conferencias revelando los problemas laborales de las mujeres. Muzzilli publicó notas en La Vanguardia -órgano de prensa del Partido Socialista- fundó y dirigió Tribuna Femenina, periódico que financió con su trabajo de costurera. Su mayor contribución fue la denuncia de las condiciones de trabajo en las que se encontraban mujeres y niños en las plantas fabriles.
¿Cómo se gestó esa demanda postergada que culminó en la sanción de la ley 13010?
El movimiento sufragista en Argentina se caracterizó por la heterogeneidad de sus acciones y de sus integrantes: participaban de distintos movimientos o partidos que se reunían en función de ese interés afín que no solo era el derecho al voto sino también la protección de los derechos laborales y el derecho a la educación, entre otros derechos civiles y políticos que valieron el diseño de acciones individuales y colectivas.
Para 1920, el colectivo femenino de Argentina seguía siendo postergado por las estructuras políticas y sociales, aun cuando en otros países del mundo ya se habían legitimado jurídicamente los derechos políticos de la mujer. En nuestro país, la primera elección donde votaron las mujeres fue en 1951, donde por impulso de Eva Perón -que había creado el Partido Peronista Femenino- 23 fueron elegidas como diputadas nacionales y 6 como senadoras, además de otras muchas en ámbitos provinciales y municipales.
El derrocamiento del gobierno de Perón supuso un franco retroceso en la conquista de esos espacios que no logró revitalizar en su totalidad el retorno de la democracia. Durante los gobiernos de Frondizi e Illia, la participación la mujer se mantuvo baja. Recién en 1991 se sancionó la ley de cupo femenino que obligó a los partidos políticos a reservar el 30% de los cargos a cubrir para las mujeres. Pero, si bien la ley de cupo rigió desde entonces no fue cumplida, en más de una oportunidad, por los mismos partidos.
Finalmente, en 2017, a partir de la ley de paridad de género en los ámbitos de representación política, se logró la incorporación de igual cantidad de mujeres y varones en las listas partidarias para cubrir los cargos electorales.
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