14 de septiembre de 2020
En estos días Raúl Troncoso cumplió 83
años. Hace casi veinte que lo conozco, y desde un tiempo más corto a esta
parte, vengo "asomándome" a su intensa vida desde la disciplina histórica,
reuniendo papeles, archivos, las voces de quienes han trabajado a su lado en
distintos momentos de su vida. Estas reflexiones quieren profundizar acerca de
lo que significa la persona de Raúl para la historia reciente de Tandil.
Arriesgo que retratar la trayectoria de un cura que hizo de la ciudad y sus
problemas una de las características principales de su sacerdocio, puede mostrar
algunos aspectos de los alcances, límites y tensiones del catolicismo y la
Iglesia de las últimas décadas en Argentina. Y de una manera más general, los
vínculos entre religión y política, un tema lo suficientemente estudiado pero
que leído a través de sus acciones, puede ayudarnos a repensar qué lugar tiene
(o se le concede) a lo religioso en los pueblos y sus instituciones.
Desde su llegada a Tandil, en 1988,
Troncoso ha sido uno de los actores más destacados en el ámbito religioso, pero
también en el social y político. "Hay
políticos locales que ven con inquietud como 'el cura del pueblo' está
adquiriendo un rol protagónico y que, dicen, asume funciones que no le
competen", le comentaba un periodista en los agitados días de 2001. "Que se queden tranquilos", respondía el
cura y agregaba: "algunos pueden verlo
así. En mi caso es la institución la que está trabajando en distintos frentes
con un sentido de colaboración, no de competencia. Yo no busco protagonismo, no
tengo ninguna aspiración. Soy político porque trabajo por el bien de la ciudad
y desde este sector es evidente que hay falencias que se sienten en la ciudad".
Los curas se definen como mediadores "entre
Dios y los hombres". Y ese ejercicio de mediación lo trasladan habitualmente a
otros ámbitos y con otros actores: sus fieles, las autoridades, las
instituciones. En los años que Troncoso lleva viviendo aquí, demostró su
exitoso rol de mediador y articulador religioso y social en distintos ámbitos
de la ciudad o la región. Lo que nunca ocultó porque no hizo falta, fue su
-también exitoso- rol político. A su capital religioso, hay que añadirle su
capacidad para conocer la realidad social a través de la gente, una habilidad
política innata y el talento para tejer relaciones con sectores muy disímiles. Esto
le permitió sobresalir incluso entre muchas/os de las/os políticas/os
profesionales.
Troncoso llegó a Tandil cuando el modelo
de ciudad industrial ya estaba llegando a su fin y aún no se perfilaba en su
horizonte la ciudad turística que es hoy.
En la década del '90, con la crisis de
hegemonía y el notorio repliegue del Estado en distintas áreas, "el escritorio
del cura" comenzó a ser un lugar abierto a todas/os. Desde allí comenzaron a
generarse algunas respuestas para atenuar los problemas ocasionados por el
cierre de las industrias y el aumento de la desocupación. Sindicalistas,
personal de asociaciones e instituciones varias, empresarios y "gente de a pie"
comenzaron a verlo cada vez más para pedir opiniones, discutir propuestas,
pensar estrategias, solicitar recursos materiales o mediar ante instancias
mayores. Su figura se constituyó en legitimante, aun para personas ajenas al
ámbito político: "que Troncoso acompañara
algún movimiento o actividad, era una garantía de transparencia, de que dicha
propuesta iba a funcionar". El pragmatismo que lo acompañó a lo largo de su
actuación social, fue su declaración de principios: "potenciar el trabajo de la gente a través de la organización",
solía repetir. Y más de una/o señala que "muchas/os
políticas/os de izquierda a derecha querían una foto con él. Y cuando llegaban
a su despacho, él ya tenía algún pedido en carpeta y preparado", que luego
se encargaba de seguir hasta alcanzar el objetivo deseado.
"Todos
terminábamos recurriendo al cura Troncoso. Todo Tandil pasó por su escritorio,
justo frente a la Municipalidad. Desde aquellos momentos comenzó a hablarse de su
despacho como 'la segunda intendencia'. Incluso, cualquier persona que tuviera
aspiraciones políticas en Tandil debía sentarse con él, escucharlo", comenta un
profesor de la Universidad, al tiempo que aclara: "Y estoy seguro que íbamos a verlo más los agnósticos y quienes nunca
íbamos a la Iglesia que los mismos fieles, pero él jamás preguntaba si creíamos
o practicábamos. Él te recibía y escuchaba, esa era su forma de entender el
sacerdocio". Y agrega una investigadora y militante social que trabajó
mucho con él entre 1998 y 2004: "el
periplo siempre era el mismo: primero se iba a ver al intendente, a los concejales
o a distintos funcionarios y luego cruzabas a verlo al cura. Era la manera de asegurarte
que las cosas salieran, porque él sabía 'mover los hilos' para arriba y para
abajo, llegaba a aquellos despachos estatales que nadie podía y sobre todo al
amplio sector privado, más allá de que muchos de allí pensaran diferente. Él
hablaba con todos y acompañaba cada propuesta que le acercaban. Escuchaba,
preguntaba, interpretaba y si consideraba que iba en bien de la ciudad y que
podía solucionar problemas, arremetía. Era la única puerta abierta, en un
contexto en el que casi todas estaban cerradas".
Es imposible resumir aquí las acciones púbicas
que tuvieron a Troncoso como protagonista, pero algunas publicaciones de la
prensa local ilustran esto que he venido sosteniendo. Algunas coyunturas lo colocaron
como artífice central en la solución de problemáticas comunitarias o como
gestor de recursos materiales, humanos o simbólicos. Es decir, lo mostraron
como un actor sensible, arraigado, necesario. Desde su llegada a la ciudad, comenzó
a sobresalir por esta capacidad de mediación institucional. En los meses de la
hiperinflación, por ejemplo, acordó con la Universidad y por unos meses, el
funcionamiento del comedor universitario en las instalaciones de la parroquia
("Se abrirá un comedor universitario en el quincho de la Iglesia Matríz",
01/07/1989). Y unos años después, en 1992, lanzó el original plan de
construcción de viviendas para personas mayores en situación de calle, "Casitas
de la esperanza", proyecto que le valió el respaldo total de la ciudadanía y un
reconocimiento nacional ("Casi un sueño: organizar la solidaridad de la gente",
08/01/1992 y "Los abuelos pobres de Tandil ya tienen un lugar donde vivir",
27/11/2000).
En diciembre del '94, en medio de un
sostenido paro médico que afectó a toda la ciudad, se convocó a una mediación
para su solución. Ésta estuvo a cargo de los ex intendentes Gino Pizzorno y
Américo Reynoso además del mismo Troncoso. Y casi dos años más tarde, en
octubre de 1996, se realizó la marcha más multitudinaria que se recuerde en
Tandil (la prensa local y nacional registró 15 mil personas), en reclamo por el
esclarecimiento de varios casos de homicidios ocurridos en los últimos años. "El
líder de la marcha fue Raúl Troncoso, el párroco de la ciudad" publicaba un
medio nacional. Ponerse al frente de la misma le valió (una vez más) el
seguimiento de los servicios de inteligencia que registraron y remitieron
informes con el relato de los momentos previos y posteriores, la marcha, sus
palabras y la repercusión en la prensa.
La capacidad de representación de los
partidos políticos afectada por la crisis socioeconómica y política de finales
del siglo XX y principios de este, habilitó a que la Iglesia o curas como Raúl lograsen
nuclear actores del Estado, corporaciones, organizaciones de la sociedad civil
("Padre Troncoso: ahora también vienen a vernos los empresarios", 03/06/1999 y
"Troncoso: hoy hay que ser más solidarios que nunca", 08/12/2000). Entre 2000 y
2002 su presencia ocupó muchos titulares y tapas de los diarios locales: su voz
fue presentada como legítima, capaz de poner mesura y llevar tranquilidad en un
contexto de enorme inestabilidad y descreimiento de la clase política. Incluso
muchos de los proyectos para hacer frente a la crisis y sus altísimos índices
de desocupación, contaron con su impulso y gestiones. Quizá y por su
envergadura el Foro Social con él
como coordinador general, fue la empresa más recordada ("Troncoso: a pesar de
esta dura realidad, no sirve ser profeta del pesimismo", 01/07/2001; "Primeros
pasos del Foro Social Tandil XXI", 22/01/2001; "Desde Cáritas no pretendemos
suprimir ningún deber del Estado", 21/12/2001; "El padre Troncoso y Oroquieta
durante la visita del Gobernador", 22/04/2002).
La última década y media no sólo la política
local, también la provincial y nacional convirtieron a Troncoso en un actor
central de la dinámica social y política de la ciudad. Durante su primera
visita a Tandil como presidente de la Nación, Néstor Kirchner le dedicó un
párrafo en su discurso: "A Ud. querido
Padre Troncoso, le quiero hacer un reconocimiento expreso, claro y concreto no
del Presidente sino del Estado Nacional y la República Argentina, de la Patria.
Muchas gracias por todo lo que usted ha hecho, dignifica y honra"
(05/08/2005). Fueron años de mucha articulación, ahora con el Estado Nacional y
provincial, en los que pusieron en marcha una variedad de programas y proyectos
sociales relacionados con la infancia, la prevención de la violencia o las
políticas de microcrédito ("La Ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner,
arribó a Tandil de la mano del Padre Troncoso", 05/09/2008 y "Scioli realizó
una visita relámpago a la ciudad, donde se entrevistó con el Padre Troncoso",
23/04/2011). Incluso se intensificaron los pedidos para contar con su opinión, participación
o gestión en asuntos ambientales ("Troncoso: conservar las sierras es construir
una ciudad cada día mejor", 04/04/2009), vinculados a los Derechos Humanos
("Distinguieron a Troncoso por su defensa de los Derechos Humanos y la justicia
social", 30/11/2010) o a reclamos puntuales ("El Padre Troncoso también se sumó
a la marcha por el crimen del docente neuquino", 10/04/2007 y "El Padre
Troncoso pidió acompañar a los maestros en el cierre de la procesión", 15/04/2017).
Este sintético repaso por la trayectoria
del cura Raúl en Tandil, no pretende rescatarlo en tanto héroe, sino mostrar su
actuación atendiendo a los distintos contextos y coyunturas de las últimas
décadas. Logró convertirse en impulsor e ideólogo de muchos proyectos e incluso
de políticas públicas. Fue la gran figura articuladora de esta ciudad, en la
medida que hubo instituciones, grupos y personas diversas que lo convocaron, le
solicitaron gestiones, lo señalaron como referente. Quedarán pendientes algunos
debates abiertos como el lugar que ocupa la religión en el espacio y debate
público, y en relación a esto, el de la laicidad del Estado (si es que existe
un solo modelo en la historia argentina). De allí que para analizar las reconfiguraciones
de lo religioso en el siglo XXI, debemos comprender la naturaleza de los
vínculos históricos entre religión y política.
Juan Testa es un cura italiano que en
los años '70 vivió en el Chaco. Por su compromiso social y al igual que tantos y
tantas religiosos/as -como el mismo Raúl-, sufrió algunos años de prisión.
Recuerda Testa en sus memorias: "en la misma celda estaba yo con el padre Raúl,
un argentino manso y decidido, de los que tienen el guante de terciopelo y la
fuerza del metal." Me costó encontrar una mejor definición que esta para
referirme a Raúl. Habrá que seguir buscándola en las memorias de tantos y
tantas tandilenses, quienes seguramente harán hincapié en esa mansedumbre, en
su pragmatismo u otras cualidades. Pero intuyo que la mayoría hablará de esa
fuerza que recuerda al metal, un elemento tan caro a esta ciudad.
Todas las fotos
pertenecen a Fototeca Digital de Ciencias Humanas (IEHS-IGEHCS, CONICET/UNCPBA).
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