Las flores comienzan a ser usadas por el hombre como símbolos por primera vez unos 7.000 años antes de Cristo, como ofrendas, ritos y amuletos. En muchas ocasiones pueden llegar a representar el gozo de la vida; pensemos en ese resurgir de las flores luego de una larga época de invierno sobre todo en nuestra ciudad. Esos primeros brotes de colores en las casas y las veredas de Tandil. Una vez oí decir al aclamado chef Francis Mallmann que la presencia de las flores en su mesa no sólo la vuelve más alegre, sino que también nos muestra que todo es efímero. Que en la muerte también hay belleza. "Ver deshojar esos pétalos..." dijo.

En el establecimiento La Rinconada, en el paraje El Gallo, rodeados de sierras y vistas que apaciguan la mente y el corazón, se sitúa Flowery Hills, emprendimiento de 20.000 peonías sembradas por Cristián y Lola.

En su cálido hogar, y entre gustosos mates preparados por Lola, me contaron que comenzaron en el año 2016 con el emprendimiento de floricultura, y en la travesía que ha sido para ambos.

Entonces solté - ¿Por qué han elegido peonías?

Con una sonrisa cómplice entre ellos, me respondieron casi al unísono "ellas nos eligieron a nosotros". Entonces me contaron que habían pensado en otro tipo de flores como los tulipanes, pero que Marcelo Sasaki, conocedor de flores, les dijo sin dudar que la flor ideal sería la peonía.

Me contaron acerca de las cinco variedades compradas en Trevelin y me indicaron dónde había comenzado el proyecto hasta finalmente establecerse en La Rinconada. Rememoraban juntos con sonrisas chispeantes esos comienzos de mucha ilusión.

Fue en 2019 que realizaron su primera cosecha y exportación a Europa, principalmente, Holanda. Emanaban juntos, su pasión al contarme cómo se planta un rizoma, y el trabajo y serenidad que se requieren, para esperar el nuevo brote. Remarcaron cómo el maravilloso aroma a peonías invade y decora su hogar, y la belleza de recibir a distintos grupos de personas curiosas y deslumbradas por encontrarse con este "paraíso" en la tierra.

Me contaban del increíble trabajo manual, planta por planta que realizan todos los días de la semana. Relataban distintas anécdotas en cuanto a condiciones climáticas, y vida en el campo junto a animales salvajes de la zona y de cómo "se va aprendiendo con la flor" dijo Lola.

- ¿Recuerdan alguna reacción en particular de algún visitante?

-Todavía me impacta ver la reacción de las personas al llegar, verlos maravillados cuando se encuentran con el campo lleno de flores, no pensé que iba a suceder de este modo, dijo Cristián con ojos centelleantes mientras su esposa lo observaba con júbilo.

- ¿Qué es lo más gratificante de ser productores?

Cristián sonrió una vez más, miró a su esposa directo a los ojos y entonces dijo:

- Trabajar con ella, es muy gratificante para mí, y ver lo que genera nuestro emprendimiento en la gente, es increíble.

Relataron la experiencia que vivieron juntos al recibir la visita de varios grupos, sin esperar que tanta gente se acercara a visitarlos. "Yo la miraba a ella impactado, preguntándome ¿Cómo íbamos a hacer para brindar la atención que la gente merece siendo sólo ella y yo?" recordaba Cristián, con un aire inquieto, como si estuviese en ese momento nuevamente.

Remarcaban lo importante que es para ellos brindar atención a los visitantes de una manera cálida. Mientras relataban, se percibía en el aire, la alegría que sienten al recibir visitas. Describían las formidables relaciones que tienen con sus clientes y lo agradecidos que se sienten por todo lo vivido.

En la vuelta a casa, atravesando El Gallo, me encontré silenciosa. Recordando, sobre todo la sensación que estas dos personas de trabajo y de sueños habían dejado en mí. Me hubiera gustado que ustedes estuviesen allí para que vean como sus ojos plagados de ensueños hablaban por ellos. Dijeron que en octubre encontraremos su campo repleto de peonías otra vez... estoy ansiosa de ver llegar la primavera.

Gracias Cristián y Lola por recibirme e inspirarme a escribir todas estas palabras