23 de marzo de 2025
En Avenida Brasil 308 se encuentra esta cafetería que incluye la quietud en su carta
por
Noelia, de Tandil A Gusto
Éramos tres
personas deseosas de un gustoso café bajo un cielo encapotado y melancólico en
la ciudad. Me encuentran los domingos, buscando cada vez con más frecuencia,
dónde reposar con una infusión que apacigüe la agitación de la vida cotidiana.
Al llegar a
Morfeo, tuve la misma sensación que en ocasiones anteriores: calma. Distintos
comensales charlaban por lo bajo, otros leían el diario, y algunos de ellos
contemplaban a través de grandes ventanales, el cielo gris que anunciaba
definitivamente la llegada del otoño. Ésta vez, dos de nosotros, elegimos
sentarnos en un sillón, que se encontraba envuelto en una delicada manta que
invitaba a relajarse junto a ella.
Observaba,
cómo se desempeñaba el trabajo de los camareros y camareras con el mismo
sosiego que ofrecía el lugar. Sobre una pequeña barra, una mujer se encontraba
absorta trabajando en su notebook, y junto a ella logré divisar, a un señor de
camiseta rosa que inclinaba su cabeza sobre una vitrina que contenía variadas y
tentadoras tortas. Parecía haber ido a efectuar su pago, pero el desfile de
pastelería captó de lleno su atención. Se reía con su billetera en mano de su
propia reacción. Fue justo ahí, al ver el inocente gesto de este comensal, que
decidí sacar de mi bolso la pequeña agenda y comenzar a escribir.
La carta
citaba lo siguiente:
Era variada y
clara, ofrecía platos e infusiones para todos los gustos con sus respectivos
valores a la vista. Contenía una sección de "promo del día",
lo que me resultó atinado y tentador al mismo tiempo.
Decidí
deleitarme con un café latte chico y un croissant con jamón y queso. Todo
trascendía en tiempo y forma. Mientras esperaba por el cafecito, miraba cómo
los transeúntes que arribaban a Morfeo despeinados por el viento, pedían sus
cafés y tortas para llevar a casa y regocijarse junto al clima otoñal. Cada
elemento del lugar, parecía seleccionado con una clara intención de brindar
serenidad a través de colores, texturas e iluminación.
Un joven
barista, se encontraba detrás de la máquina de café, concentrado en la pequeña
taza que sostenía con cuidado, dándole forma al copete de crema con una
cucharita de mango rojo. Se escapaba con furia de la máquina, el vapor que
anunciaba el proceso y posterior llegada del café que se veía así:
El café era
suave y espumoso, con la acidez justa en mi opinión. Me resulta incómoda esta
pintoresca taza, encuentro que el asa es demasiado pequeña. El croissant estaba
tibio y crocante, me pareció muy placentero al morder y realmente apetitoso, lo
recomiendo ampliamente.
Considero que
este espacio brinda tranquilidad a sus comensales, a través de elementos minimalistas
que vuelven más confortable la experiencia.
A unos metros
de nuestra mesa, se encontraba una pareja que al comienzo parecía tensa y
preocupada. No sé si fue Morfeo, o la propuesta de su establecimiento, pero al
cabo de una hora y al finalizado su almuerzo, ellos reían sin ajetreos.
Te veré pronto
Morfeo, o me visitarás en sueños.
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