15 de febrero de 2025
En la esquina de General Paz y Pinto, se puede oír el canto de La Sirena que nos invita a sentarnos y degustar su propuesta
por
Noelia, de Tandil A Gusto
Algunas veces
se dificulta explicar las pasiones. Por mi parte, puedo describir con soltura
la sensación física que me sucede cuando llego por primera vez a un establecimiento
gastronómico sin importar su índole. Últimamente lo siento antes de llegar
siquiera, y permito que permanezca esa sensación en el estómago hasta
descubrirlo. No sé por qué me sucede de ese modo, por qué esta pasión y no otra, pero así pasó y me
resulta interesante compartirlo con ustedes.
Durante
algunos meses desde su apertura, como muchos vecinos, he pasado una y otra vez
por la pizzería "La Sirena",
con su sobresaliente fachada que se planta diciendo " Yo no hablo como los demás".
Supe, que
debía estar allí lo más temprano posible si quería conseguir un lugar. Llegué a
las 20:00 hs, y me recibieron un aroma
embriagador a pizza y una gran sonrisa por parte de quien nos daba la
bienvenida.
El
establecimiento permanecía aún vacío en el pintoresco patio interno que
divisaba, así que, sin más rodeos, me decidí a vivir la experiencia allí. Al
leer detenidamente la carta y su propuesta, comprendí que lo escrito estaba realmente pensado y planeado con sentido.
No era demasiado extensa y tenía algunos toques propios de la casa que la
hacían distinta al resto.
La camarera
nos ofreció 2 opciones para beber con motivo del Día de los Enamorados:
1-
Una copa de champagne
2-
Una mimosa (champagne y jugo de
naranja)
Optamos por
una copa de mimosa que vino acompañada de un pequeño plato que contenía 2
porciones de pizza fría. La copa estaba decorada con una dulce rodaja de
naranja fresca que la transformaba en una copa más alegre y vistosa. Mientras
iba poniéndome a gusto con el lugar, podía ver a distintas parejas y familias
pidiendo sus jarras de cerveza, lo
que me pareció una propuesta interesante de ofrecer. Las camareras iban y
venían con sus bandejas invadidas de mimosas. Al cabo de una hora, el lugar
estaba prácticamente repleto de comensales.
A
continuación, llegaron las empanadas que habíamos pedido de entrada: 1 empanada de carne y 1
empanada de espinaca y queso.
Ambas estaban fritas y bien rellenas, la empanada de espinaca y
queso destacaba por su suavidad y gusto, con pequeñas verduritas que brindaban
color y sabor. La empanada de carne estuvo muy bien. Todo venía desarrollándose
sin tiempo extra de espera.
A la hora de
pedir, lo que habíamos ido a probar, "LA
PIZZA", eché un vistazo nuevamente al menú y entonces algo llamó mi
atención: "PEPERONI. Recomendamos
aderezar con nuestra miel picante casera, pídasela al camarero". Pensé
¡Claro que sí!
El
establecimiento ya me estaba hablando en
su propio idioma, es algo para destacar. Si bien, nuestra camarera nos
advirtió de los 20 o 25 minutos de espera, la pizza arribó a la mesa antes de
lo previsto y se veía así:
El aroma
invadió el patio, y la vi llegar, cual niña ansiosa de recibir su juguete de
regalo. En nuestra mesa se encontraban una frapera, ambos platos, una pequeña
salsita con tomates que acompañaba a las empanadas y el infaltable
servilletero. Habíamos pedido la "pizza
grande de peperoni" así que, por un instante, pensé que la mesa era quizás,
un poco pequeña.
No dudé ni un
instante en agregar por encima de la pizza humeante, la salsa de miel picante.
Si bien, la miel no es algo de mi agrado, me parecía un sin sentido, no tener
la apertura para poder probar la sugerencia de la casa. ¡Espectacular! Pensé; "fue
un acierto pedir esta miel". Fue una sorpresa, a mi entender, lo crocante
que se encontraba la masa y que no era una pizza demasiado alta. La "muzza" era notablemente cremosa, y la
salsa de tomates era todo lo que debía ser; una salsa fresca y apetitosa. Una
perfecta combinación con el peperoni que decía "aquí estoy y no pasaré desapercibido". Disfruté cada bocado.
De vuelta en
el menú, había una sección que ofrecía "una
copita digestiva" para la sobremesa, lo cual me resultó muy curioso e
interesante de ofrecer; una de las opciones era "amarula". Nuestra camarera no
logró reconocer el licor del cual le hablábamos, de hecho, nos dijo que eso no
formaba parte del menú... tuve que aclararle que sí se encontraba y se mostró
sorprendida. Reconoció no estar informada de todas las propuestas del menú.
A los pocos
minutos, nos ofreció otro tipo de licor que como no tenía relación con el licor
amarula, optamos por no pedirlo. No hubo lugar para el postre luego de la robusta
y generosa pizza, así que, al cabo de un rato, decidimos pedir la cuenta.
Observaba a través del vidrio, cómo se agolpaba la gente en la puerta; distintos transeúntes seducidos por el
canto de la sirena.
Si bien,
considero que hay aspectos que mejorar como el debido conocimiento y preparación de cada camarero, he disfrutado la
experiencia y volveré por la propuesta de "La
Sirena" de Tandil.
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