En el prólogo del trabajo, el prolífico y creativo periodista y también sensible y talentoso músico de rock Juan Storani comienza a trazar pinceladas sobre la obra del artista señalando que "hay fotos que huelen, vidrios que lloran y ríos que sangran. También maderas que hablan en la tensión del recuerdo, porque una silueta moldeada para sonar bien lleva a cuestas un bagaje amplio, con un sinfín de intentos, pifies sórdidos, usinas del porfiado sentir del yerro, la caminata descalzo sobre el granito recién molido. 

Hasta que el acorde luce entero y las notas 'entran todas', los trastes fueron testigos de mil puteadas, excusas y pulsiones de abandono. Nunca le sucedió, por suerte, a este grande de la criolla de seis cuerdas. 

En el 'fulbo' algunos dicen que 'se juega como se vive', y en la canción criolla Argentino Sixto Irrutia toca la viola como si las huellas digitales, partidas por el nylon, fotocopiaran su andar humilde y prodigioso. El arte de segundear con holgura no es pa' cualquiera. Y el decano de la guitarra tandilera lo hace volando como las aves que tanto supieron inspirarlo a decir de estas páginas que están a punto de saborear. Los cantantes de renombre lo firman y sellan: 'dámelo siempre a este'"

En la biografía se podrán ver imágenes como la que se publica en este medio, tomada en 1962, con Alfredo Romero, Juan Pedro Benítez y Miguel López acompañando a Irrutia, el Señor de la guitarra, bautizado así por otro grande del folclore nacional: Guillermo Irigoyen, ex integrante de La Forestal.