PERSONAJE DE LA CIUDAD - HUGO MENGASCINI

"Nos interesa rescatar historias de esas personas que nunca van a salir en la tapa de un diario"

11/10/2020

Hugo Mengascini está muy relacionado con el estudio de la historia ferroviaria tandilense, pero es mucho más que eso y se define como "Historiador Local". Nos contó como armó su carrera en esa área y su fanatismo por los discos de vinilo.

por
Brando Bruni

Hugo Mengascini nació en la ciudad de 9 de Julio, pero no se puede negar que es tandilense, tanto por los años en los que vive acá como por lo que sabe de la cultura local.

Desde 1982 está instalado en Tandil, luego de haber terminado el secundario en su ciudad natal y un breve paso por La Plata.

Llegó para estudiar la carrera de Contador Público en la Facultad de Económicas, pero claramente no era lo suyo.

"En el tercer año del secundario se me había despertado el interés por historia, dado que había una profesora llamada Carmela Medina, que transmitía con mucha pasión los conocimientos. Si bien era un enfoque tradicional en esa época, eran clases magistrales, al explicar nos atrapaba de alguna manera. Llego a la carrera de contador de contador por mandatos familiares. Pero ya en segundo año, había suficientes razones para desplazarme hacía la Facultad de Humanidades, que funcionaba en la misma sede de Pinto y Chacabuco, en el mismo piso", recordó para El Diario de Tandil.

Contó que "en diciembre de 1983 saqué el expediente en la secretaría de la Facultad de Económicas y lo llevé. Con el hecho consumado, se lo transmití a mis padres, cosa que produjo una crisis familiar, sobre todo en la línea de mi madre".

Dice que el cambio y la mencionada crisis, además de por su gusto por la historia se dio por "razones ideológicas": "Me han quedado muy presentes profesores que venían de Mar del Plata, evidentemente con formación; pero otros que decían que Marx era un sujeto horrible con una barba aún más fea. Me di cuenta que no era para mí, venía a darnos economía y decía semejantes barbaridades. No eran todos así, por supuesto. Un día dije voy a hacer lo que me gusta, y evidentemente no me equivoqué. Haber pasado a la carrera de Historia fue una de las cosas más grandes en mi vida, juntamente con el nacimiento de mis hijos".

Así, llegó a obtener el título de Profesor de Historia y estuvo 10 años como ayudante en la cátedra "Historia Medieval III", pero no terminaba de sentirse cómodo. En 2003 se dio cuenta que "no tenía nada que ver con un campesino del Siglo nueve, me interesaba algo más territorial. En un principio se me cruzó la idea de trabajar la historia de los obreros metalúrgicos de Tandil, pero como en el año 97 nos instalamos definitivamente en el barrio La Estación, en 2003 se dio la posibilidad de participar en la Asociación con la intención de reconstruir el salón de la Confraternidad Ferroviaria. Fue entonces que me involucré con la comunidad ferroviaria. Me fui metiendo en las fuentes primarias, secundarias, en la historia oral, y salió a la luz un trabajo muy interesante sobre la vida cultural y social que vivenciaron los ferroviarios en la década del 30".

"Soy un historiador local. Estuve conviviendo en 20 lugares diferentes de Tandil. Como estudiante, conviví con más de 60 personas, en pensiones, casas y departamentos. En el Barrio la Estación viví en seis o siete lugares hasta que nos establecimos definitivamente en Alsina casi Arana, a dos cuadras del Club Ferro. Por la Asociación Amigos del Teatro de la Confraternidad, que se reinauguró en junio de 2007, me involucró al estar conectado con gente de esa comunidad", menciona.

Además de revisar la historia ferroviaria tandilense y todo lo que la rodea, se mete en otro proyectos, lo que lo llevó por ejemplo a hacer el Libro de los 100 años del Club Ferrocarril Sud, o ahora que está estudiando la historia y quiebra de Santamarina: "Le han quemado todas las fuentes, las memorias y las actas. Hay que hacer todo un estudio desde los diarios y periódicos. Es un tema que me interesa. Hay otras propuestas que trascienden el barrio la Estación. Me ubican como historiador del movimiento ferroviario, pero soy historiador local, hay otras temáticas en las que me interesa incursionar".

Así, de vivir en estos pagos y meterse en su historia, asegura que "yo soy tandilense, absolutamente. No reniego de la tierra natal, soy crítico de esa sociedad conservadora, era ciudad atravesada por la religión católica, si bien yo no tenía participación en esa institución, pero mi familia materna sí. Era difícil saltar de una mentalidad tan tradicional y conservadora, de hecho nuestra generación rompió los moldes en los años 80".

Y no solo incursionó en el estudio, su participación se hizo activa, siempre estando presente, como cuando se recuperó el Teatro de la Confraternidad o cuando se pidió la vuelta del tren: "La curiosidad es inmensa. Cuando compartimos estas inquietudes con gente joven y no tan joven, sean de la Facultad de Arte, el Centro Cultural La Compañía, fotógrafos como Gonzalo Celasco; es combinar lo académico con lo territorial, el cuerpo a cuerpo. Nos interesa tocar timbre en una casa, y como dice mi amigo periodista Leandro Vecino, rescatar historias de esas personas que nunca van a salir en la tapa de un diario. En el 2013, cuando empezamos esta movida cultural, nos planteamos como objetivo que el Barrio de la Estación sea considerado área de protección histórica, éramos mucha más gente. Como no hay logros tangibles, muchos se bajaron del tren. Otros se incorporan y seguimos marchando sobre los rieles. Hay otros logros que no son materiales, como la recuperación de la memoria".

Corriéndose un poco de su faceta como historiador, habló también de otra parte importante de su vida, el DJ y coleccionista de discos. Cuenta que "el vínculo con el disco es de niño. Mi madre, que había tocado el piano, decía que la música es una inversión. Siempre en el arbolito en los zapatos para los Reyes Magos, había discos. Después crecimos, y nunca faltó dinero para comprar discos".

"A fines de los 70, incursionaba en los boliches y escuchaba atentamente a los disc jockeys.  Soy obsesivo con el tema de los enganches y estas cuestiones, como agarrar el disco, como colocarlos, ubicarlo en la funda, colocar la púa. Es una cuestión de delicadeza muy sutil que a mí me llama la atención", expresa.

Luego, lo de pasar discos se convirtió en un trabajo: "Ya en Tandil, en el 83, pude ingresar en una discoteca muy interesante, que fue el lugar distintivo de la ciudad desde que se inauguró en el 72, que se llamó Casablanca. Me tocó estar tres o cuatro años allí, con una discoteca tremenda. También estuve algunos veranos en otra discoteca en Rauch".

"El dj de discoteca es muy diferente al que pasa cumpleaños o casamientos. El de discoteca no atiende peticiones individuales, no lo hice ni con Carlos Saúl Menem cuando era gobernador. En el año 85 fue a Casablanca con Zulema Yoma y hace poco Pedersoli me comentó que él lo estaba acompañando con Luis María Macaya. Recuerdo que el dueño, que era muy antiperonista, me dijo "a estos peronistas ponele música nacional". En un momento me avisó que Menem quería escuchar cumbia, no la puse de ninguna manera. Igualmente salió a la pista con Zulema", comenta y señala que jamás lo retaron por no cumplir esos pedidos.

"Tengo muchos discos, algunos me los quiero despojar porque no los escucho. Me gustan cosas del rock, rock sinfónico, rock argentino, bossa nova, el pop de los 80, la música disco de los 70, algo de funk. Ahora, uno se despoja de algunos prejuicios de grande, y empecé a incursionar en el punk. Esto es infinito, no termina. Siempre el disco está en movimiento, tanto en el plato, llegando o yéndolo a buscar. Vas conociendo gente que colecciona o son revendedores. No es una cuestión romántica, es un tema muy grande, que va desde el arte de tapa hasta la cuestión del sonido que no ha sido superado por la era digital", dice Hugo. También contó que no dejó de pasar música, cada tanto lo hace, eso sí, siempre con vinilos: "Es un trabajo artesanal, inmenso, y en Tandil cada vez más gente lo valora".

Y no le es difícil trazar un paralelismo entre estas dos pasiones, la música y la historia. Menciona que "dando clases en la escuela secundaria, que es algo que extraño, relacionábamos mucho la música en un momento determinado. De pronto, cuando hablábamos de la Revolución Rusa llevaba el disco "Oktubre" de Los Redondos. O dábamos todo un marco general y proyectábamos la película "The Wall".

Queda claro que todo lo que hace, lo hace a su modo, con un toque de rebeldía. Le pasó incluso con el futbol. Antes de venirse, lo practicaba en 9 de Julio, en el Football Club Libertad, desde los 10 años a primera: "Inclusive cuando vine a Tandil, me pagaron los pasajes para jugar dos o tres partidos, hasta que me dijeron que no vaya más. Era un verdadero desastre, no entrenaba".

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