22 de septiembre de 2020
por
Brando Bruni
Desde hace bastante tiempo a esta parte, José
Alcobruni viene siendo uno de los bandoneonistas destacados en el ambiente
nacional, pero es mucho más que eso. Últimamente, sus colaboraciones viajaron
mucho más allá de nuestro país y sigue haciendo su propia música donde muestra
lo que sabe hacer con otros instrumentos.
En diálogo con El Diario de Tandil, repasó su
carrera y habló de su enorme amor por la música.
José nació en Tandil, creció en la zona del
Calvario, donde ahora mismo se volvió a instalar durante la cuarentena.
De chico fue a la Escuela 11, y luego de un
fugaz paso por la Escuela Técnica, llegó a Polivalente.
Hablando de lo musical, dice que "empezó a aparecer de muy chico, de la mano
de estudiar algo de guitarra con mi hermana, que ya estaba en Polivalente.
Siempre hubo instrumentos en casa, a mis viejos les gustaba mucho la música.
Compraban la revista Selecciones, que venían con colecciones de casetes de
música clásica y a mí me encantaba. Agarraba los casetes y me ponía a flashar
historias, era una locura. Sentía una cercanía a la música que me tocaba muy
adentro, no sabía bien que era y sigue siendo el mismo motivo por el que hoy
hago música. Con la música me pasan cosas que son hermosas, creo que es lo más
parecido al amor. No sabes que es, pero te encanta".
"También
tenía otra parte, la de poner un disco de mi hermana para cantar y bailar como
si fuera Chayanne, me divertía un montón. Siempre me gustó jugar a eso. Después
fue tomando otra impronta, pero en el fondo fue lo mismo, ponerme a jugar. Es
lo que hace posible sostener las cosas durante tanto tiempo. En el medio hay un
montón de cosas que uno tiene que afrontar de la vida, más cuando te lo
propones como una cuestión profesional. Entonces, está buenísimo que eso esté
presente, sino los obstáculos que aparecen pueden desdibujar ese encantamiento", agregó.
Así se fueron dando sus primeras interacciones
con un instrumento, la guitarra, mientras "jugaba,
mi hermana me decía que estudie y yo no le daba mucha bola. Después empecé a
cantar en el coro de niños de Tandil y ya estaba haciendo música. Fue ver que
sale, instintivamente ver que sale con el instrumento. Después, obviamente se
empieza a pensar como una carrera más profesional".
Teniendo seis o siete años, lo empezó a
deslumbrar el bandoneón: "Un tío mío de
Azul toca el fuelle y cuando era chico estaba muy vigente en su casa. Era
juntarnos y él se ponía a tocar con toda la familia. Yo tengo una cuestión muy
tana, la familia es muy importante, lo mismo lo que tiene que ver con las
raíces. Por eso, ese momento siempre me cautivó, ver el instrumento ese me
flashaba".
"A los
8 o 9 años le dije a mis viejos que quería estudiar. Recién a los 12 o 13, me
empezaron a dar pelota. Era raro, aparte comprar un fuelle no era lo más
accesible del mundo. Es un instrumento que ha perdido la dinámica de ser
popular, una guitarra se consigue más fácil. Los primeros años estudiaba con
una fotocopia, hasta que me pudieron comprar el bandoneón. Cuando agarré
fuelle, mis viejos me escucharon tocar y todos nos largamos a llorar. No me
habían escuchado nunca, hacía dos años que venía estudiando pero no sabían si
tocaba o no", repasa ese momento emocionante.
Afirma que "mis viejos siempre fueron muy de poner en mis manos mis decisiones.
Eso me pasó varias veces, y creo que cuando me pasé a Polivalente, ahí entendí.
El primer año en Técnica me iba muy bien, pero quería hacer música, no entendía
que hacía ahí. Ahí les dije a mis padres que quería cambiarme porque me iba a
dedicar a la música, fue el momento más fuerte. Les agradezco mucho a mis
viejos por esa libertad. Siempre me apoyaron, hasta el día de hoy. Ellos están
contentos porque ven que soy feliz con lo que hago".
Y de aquellos momentos de estudio, aunque
nunca deja de aprender, señala que "todo
lo que pasó en Polivalente y en el Conservatorio, fue trascendental para mí.
Tuve la oportunidad de conocer un montón de compañeros que muchos siguen mis
amigos, y también un montón de profesores que me enseñaron a entender la música
y a disfrutar".
Cuando habla de cómo fue empezar a jugar en primera, analizando cómo llegó,
expresa que "soy muy amigo de pensar que
todos podemos hacer lo que queramos. El tema es buscarlo. Siempre van a haber
trabas y dificultades, pero uno tiene que tener siempre en claro lo que quiere,
tratar de focalizar lo más posible. También no perderse las puertas en el
camino. Lo importante es el proceso, es un error pensar que hay un solo
objetivo. Uno va teniendo metas, que las pasa y vienen otras. Si me preguntabas
cuando era pibe si iba lograr todas las cosas que estoy haciendo ahora, seguro te
decía que no. Si pensas que solamente hay una oportunidad, es mentira. Hay
oportunidades todo el tiempo, pasa que tenes que estar dispuesto a eso".
Así le pasó con Raúl Lavié, una de esas
puertas importantes que menciona. Cuando el cantante vivía parte de su vida en
Tandil, José junto a Pastiche Trío lo secundaban musicalmente. Pero un día pasó
que "nos llamó por teléfono y nos dijo
que esa misma semana teníamos que ir a tocar a Buenos Aires, quería hablar con
nosotros para que seamos la orquesta estable. Esa primera fecha eran los
premios Gardel en el Gran Rex hace siete años atrás. En ese momento colgué el
teléfono y me largué a llorar".
"Cuando
tocamos con Raúl, a la segunda fecha, nos sentó en una mesa y nos aclaró que de
ahí en más éramos sus músicos, ya no era lo mismo que antes, nos teníamos que
hacer respetar, que teníamos que poner nuestra importa. Confío en nosotros
porque teníamos mucho para dar. No nos decía que no seamos humildes, sino que
digamos lo que pensamos, y de ahí en más empezamos a tener charlas muy
distintas. Se creó una relación muy linda y de mucha confianza", repasa.
Desde ese momento, a fuerza de trabajo y
talento, muchas otras puertas se fueron abriendo. Le pasó, por ejemplo, con
Nahuel Pennisi y otro llamado telefónico: "Me
dijo que estaba grabando su disco y quería que grabé para algunos de sus temas...
al otro día".
Acomodó las fechas, viajó a Buenos Aires, la
pasó bárbaro con Nahuel y de ahí, más y más puertas. Por este trabajo, el
reconocido productor Julio Reyes Copello, fue quien lo llamó para que grabe nada
menos con artistas de la talla de Pablo Alborán, Kany García y Mon Laferte.
"El
otro día cuando Pablo (Alborán), presentó el título del disco, "Vértigo", y publicó un cachito del tema
que yo grabé; me encantó, me siento muy agradecido. Dimensiono lo que sucede,
también soy consciente que es el resultado de muchísimo laburo. Es mucha la
felicidad la que siento y realmente estoy muy agradecido. Me llegan muchos
mensajes de fans de Pablo Alborán, preguntándome cuando iba a Madrid a tocar.
Una locura, yo no entendía nada", dice Alcobruni.
"Me
empecé a dar cuenta que lo más buscan, más en ese nivel, es la sensibilidad, lo
que podes decir desde lo artístico. Está descartado que tocás bien y que podes
resolver lo que tengas que hacer. Está buenísimo entender el arte de esa
manera, es mucho más real. Pone en otra perspectiva el concepto de que es para
pocos, el arte pasa por otros lugares. Cuando hablas con esta gente, que son
hiper grosos, piensan la música de otra manera, la sienten", analiza.
Vale destacar que estos últimos trabajos que
están recorriendo el mundo, los grabó desde Tandil, con una calidad excelente: "Grabé con Juan Polito (Haciendo Discos),
que lo adoro. Es un técnico muy zarpado y no sé si Tandil se terminó de dar
cuenta".
Más allá de todas estas colaboraciones, que lo
ubican en un lugar de privilegio, su propia música está ocupando un lugar
fundamental en su vida, por eso sigue grabando lo que será su próximo disco. "Amo muchísimo la música, es mi forma de
comunicarme. Más allá de eso, una de las cosas que empecé a visualizar hace un
tiempo es que lo más que me conmueve hacer, es mi música. Cuando logro hacer un
trabajo bien con alguien, que me escriben diciéndome que les emociona, es
porque les dejé un pedazo de mi alma, es la única forma en la cual me funciona.
Estoy muy agradecido y se lo que ha significado toda esta gente, pero se sin
dudas que lo más necesito hacer es mi música, es mi objetivo primordial. Siento
que tengo muchas cosas que decir, a mí
me hacen muy bien".
"Estos
últimos años, muchas frases hechas se
han resignificado. Cuando hablamos de escuchar
al corazón, tiene que ver con esto. Por algo existen esas frases, es como
hablar de los clásicos en la música. El bandoneón para mí fue muy formativo,
fue el instrumento que me hizo entender la música. Pero me siento cada vez más
músico", cierra.
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