27 de junio de 2020
Alejandro Torres estaba feliz, casi eufórico aquel 25 de agosto del 2019. Era su cumpleaños número 39 y además sus problemas económicos empezaban, por fin, a encontrar una solución. Después de haberse quedado sin trabajo como gasista y de haber sufrido varios meses para pagar el alquiler de la humilde casa en Merlo donde vivía junto a su familia, finalmente alguien le tendía una mano. Su hermana Yésica, había cobrado una indemnización y con parte del dinero le regaló un Chevrolet Corsa para que empezara a trabajar como conductor de Uber. Era el espaldarazo que necesitaba. Tan contento estaba con la noticia que ese domingo decidió festejarlo con un viaje para conocer Tandil junto a sus tres hijos y su sobrina. El plan era ir y volver en el día. Tomaron una selfie en el viaje, que ilustra esta nota.
Cuando regresaban, una camioneta Grand Cherokee conducida por el empresario agropecuario Luis Castilla los embistió de atrás: el auto se incendió y murieron los 5, Alejandro, sus hijas, su sobrina. El conductor de la camioneta salió ileso del choque y pagó una fianza de 10 millones de pesos para quedar en libertad.
Ahora, casi un año después, la Justicia comprobó gracias a nuevas pericias que manejaba de manera imprudente a más de 150 kilómetros por hora y cambió la calificación del caso: ya no es un homicidio culposo, un accidente, sino uno doloso, un crimen. La pena puede llegar a más de 20 años. Igualmente, Castilla seguirá en libertad hasta el juicio.
Recién empezaba a anochecer aquel domingo cuando Alejandro decidió finalizar la excursión. En Tandil habían almorzado y paseado. Cerca de las 20 horas, sus hijos, Micaela de 19, Alexis de 18 y Mía de solo 6, y su sobrina Lara de 14 se subieron al flamante Chevrolet Corsa y emprendieron la vuelta al Conurbano.
Exactamente a las 21:15, cuando circulaban por la ruta 3 a la altura del kilómetro 225, la camioneta Grand Cherokee conducida por el empresario agropecuario Luis Horacio Castilla se puso atrás de ellos, en un tramo de la ruta de doble mano. Luego de unos segundos los embistió de atrás y los hizo chocar de frente contra un camión con acoplado que transitaba por lo menos 30 metros más adelante, todos en el mismo sentido. Tan duro fue el impacto que tanto el Corsa de Alejandro como la camioneta se despistaron y se prendieron fuego.
Castilla logró salir casi ileso de su auto, Alejandro y su familia, en cambio, no. Con el auto recién comprado envuelto en llamas, los cinco murieron en el acto.
Jonatan Fernández, el principal testigo y chofer del camión Iveco, envió un audio de WhatsApp algunos minutos después a un grupo de colegas: "Cinco muertos hay, un quilombo bárbaro. No fue mi culpa. No fue culpa del auto que venía atrás mío, que es donde están todos los muertos. Una Grand Cherokee de Tandil venía como a 200 kilómetros, se la repuso mal al auto que venía atrás mío. El auto se me metió a mí abajo, los dos se me metieron abajo. Después se fueron a la banquina, ya abajo se prendieron fuego, explotaron, de todo". En otro audio agregó: "El viejo (por Castilla) se salvó, no se cómo salió de la camioneta, hizo diez metros y explotó la camioneta. Una película de terror".
Los audios del chofer del camión no fueron los únicos. Alejandro también se comunicó con su familia, y varias veces. Mientras iba en la ruta y paraba cada 40 minutos para cargar agua para el mate se comunicaba con su mujer para contarle cómo venía el trayecto de vuelta: "Vamos re tranqui. Todos cinturón de seguridad. No pasamos los 70 km. 73 ó 74 nada más y vamos re tranqui. Paramos nada más cada media hora o 40 minutos para cargarle agua al mate y al auto. Así que nada. Recién paramos en San Miguel del Monte y nos sacamos unas fotos. Vamos re bien. En un ratito llegamos".
La autopsia que se practicó en la morgue de la localidad de Azul unas horas después arrojaría como resultado que algunos en el Corsa murieron calcinados, otros por asfixia o por el golpe sufrido en el choque.
Castilla, residente de Tandil, con participación en 6 empresas de cría de ganado, viajaba ese día a su piso en Recoleta donde solía pasar los primeros días de la semana. Luego del choque fue internado y permaneció algunos días en observación sin mayores complicaciones. La fiscal que tomó el caso, Karina Gennuso, actuó con rapidez y lo imputó por quíntuple homicidio culposo agravado y lo aprehendió. Incluso le pidió al juez que lo dejara detenido. No tuvo suerte.
El titular del Juzgado de Garantías N°2 de Azul, Federico Barberena, le ofreció al imputado la posibilidad de recuperar la libertad a cambio de una caución real de 10 millones de pesos. Incluso le permitieron completar el monto con inmuebles. El único requisito que le impuso el juez fue la prohibición de manejar, le retiraron la licencia de conducir.
En su declaración indagatoria, que se produjo apenas salió del hospital, el acusado dio una versión extraña de lo ocurrido:
"Recuerdo que venía a una velocidad prudencial. Calculo que a unos 110 kilómetros por hora. Veo las luces de un camión y de repente siento un estallido, un choque y se me rompe el parabrisas. No vi otras luces solo las del camión. No se cuánto tiempo pasó pero lo otro que recuerdo es que estaba tirado sobre el asiento del acompañante. Salí del auto con el matafuegos, intente accionarlo pero no tenía fuerzas. En ese momento apareció otro hombre de unos 30 años que me alejó del auto porque iba a explotar", declaró.
Cuando todavía no había pasado una semana del hecho y Castilla ya estaba libre, Infobae visitó la casa donde vivía Alejandro con su familia en el barrio Libertad en Merlo. En la puerta un grupo de vecinos se acercaba a dar el pésame con pancartas manuscritas: "Justicia para la familia Torres".
"Pasen, estamos todos en el living". La que recibió a este cronista fue Jesica, hermana de Alejandro. Acomodaba los portarretratos con las fotos de las 5 víctimas mientras decía: "El tipo por tener plata queda libre. Pagó a los muertos y listo, el tipo se olvida y ya fue. Con esa guita cubrió el desastre".
Pericias y cambio de calificación
Casi cinco meses después del hecho, llegó a manos de la fiscal Genusso una pericia clave, a la que pudo acceder Infobae. Se trata de un análisis completo, con cálculos matemáticos, planos y medidas específicas que un grupo de peritos realizó sobre el choque.
El punto más importante del documento, es la comprobación de la velocidad a la que iba la camioneta de Castilla al momento del impacto. "La velocidad del Jeep Grand Cherokee (de acuerdo a principios de conservación de energía) habría sido mínimamente de 147 km/h mientras que la velocidad del camión habría sido del orden de los 75 km/h. No se pudo determinar la velocidad del automóvil Corsa".
Ya con el resultado de este estudio, la fiscal tomó una decisión que parecía lejana unos meses atrás, sobre todo para la familia Torres: decidió cambiar la calificación y pasar de homicidio culposo a dolo eventual.
Con la nueva calificación, Castilla volvió a ser citado a declarar como indica el código procesal. La noche anterior a la indagatoria sus abogados presentaron una serie de pericias psicológicas donde indicaban que Castilla estaba afectado por lo sucedido y que no estaba en condiciones de prestar declaración. La fiscal ya ordenó que sea examinado por peritos oficiales.
(Infobae)
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