11 de abril de 2020
por
Jorge Macri
El aislamiento social, el lavado frecuente de manos, el uso
de protección en nariz-boca-mentón son, entre otras, medidas preventivas que
nos están mostrando resultados positivos en esta batalla que apenas comenzó. El
cuidado de la salud de toda la población, pero especialmente de los grupos de
riesgo, ha sido y seguirá siendo la primera prioridad de todos aquellos que, en
los distintos niveles de gobierno, tomamos decisiones en medio de la crisis
para proteger la vida de cada uno de los argentinos.
Pero es fundamental que no bajemos la guardia, que pese a
los logros alcanzados resistamos esa tentación tan nuestra de creer que
"ya ganamos el partido" cuando en realidad estamos apenas en el
primer tiempo. Se viene un partido muy difícil, que necesita un equipo unido y
sólido, un equipo que se saque la propia y se ponga la única camiseta que nos
identifica en esta pelea.
Estamos acompañando a todos los sectores convencidos que la
ayuda del Estado debe llegar en la urgencia pero que también el compromiso de
cada vecino cuenta: el que se queda en casa para cuidarse y cuidar a sus seres
queridos; el profesional de la salud que tiene que salir para cuidar a otros;
el personal de seguridad y protección civil que tiene que vigilar las calles y
la circulación; los que trabajan en las farmacias o en los comercios de
cercanía para que no nos falte lo esencial. Y tenemos el desafío de estar cerca
de los que hoy están en dificultades y que tal vez antes no necesitaban
asistencia.
También cuidar es controlar para evitar excesos y avivadas
de los que aún no entendieron que nadie se salva solo. Tenemos que tirar para
adelante, todos para el mismo lado. Esa es la clave de una solidaridad bien
entendida.
Momentos como este despiertan muchos temores. La
incertidumbre de lo que puede venir nos causa angustia. Pero las medidas que
tome el Gobierno nacional y que los intendentes apoyamos, aun cuando
signifiquen extender la cuarentena o aumentar los controles en la circulación y
de precios mínimos, son efectivas si logramos sostener la conciencia social y
la responsabilidad de lo que hacemos, sin bajar los brazos. La tranquilidad y la
normalidad que todos anhelamos puede parecer lejana, pero tardará mucho más en
llegar si nos ganan el cansancio o el desánimo.
Hoy concluye la Semana Santa con el domingo de Pascua, una
celebración de raíces judías, pero de profundo sentir cristiano que, como la
Navidad, nos trae recuerdos familiares, de días de encuentro y de compartir con
aquellos que más amamos. Esta es una Pascua diferente pero una ocasión para que
el significado que tiene, es decir, el paso de la muerte a la vida, de la
oscuridad a la luz, nos ayude interpretar los "pasos" cotidianos que
estamos dando para salir juntos de la crisis y, me atrevo a decir, para "dejar
pasar" esa grieta que hoy no puede estar en el ánimo de nadie que quiera
realmente aportar soluciones.
Tal vez, y parafraseando con profunda admiración al padre de
la democracia argentina en aquel célebre domingo de Pascua de 1987, "la
casa no esté en orden" tanto como quisiéramos, pero "la casa"
que es este país y esta provincia que amamos, dio un paso muy importante al
dejar atrás enfrentamientos y prejuicios. Ojalá que este paso no sea en falso
sino un sincero y auténtico esfuerzo por superar lo que nos separa, sin negar
las diferencias, pero haciendo juntos lo que hay que hacer para que la casa
vuelva a estar en orden. ¡Felices
Pascuas!
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