PERSONAJE DE LA CIUDAD

Una familia, un legado

11/05/2019

Si hablamos de Alessi y Manna, todos en Tandil sabemos a lo qué nos referimos. Se trata de una dinastía dentro de los servicios fúnebres. Comenzó con Alfonso allá por el año 1925 y todavía continúa bajo el mismo apellido. Conozcamos un poco de su historia.

por
Mauro Carlucho

Si hay algún adjetivo que pinta de cuerpo entero a los Manna es la permanencia. No solo por los más de 90 años de trayectoria en el rubro fúnebre, sino que también podemos agregar que mantuvieron su domicilio y una conducta que hoy es marca registrada.

La empresa se fundó en el año 1925, por una sociedad de Alfonso Enrique Manna y su cuñado, Antonio Alessi. En aquella época los velorios, y demás oficios religiosos concernientes a la muerte, se hacían en los hogares particulares o a lo sumo en un hotel. 

Alessi y Manna surgió como una cochería, es decir, alquilaban los carruajes y materos necesarios para trasladar al cuerpo del muerto y a sus deudos. También se la ingeniaron rápidamente para ofrecer el servicio fúnebre. El cual consistía en preparar todo el espacio para el velorio. Antes de que lleguen los familiares, los socios se encargaban de llevar flores, velas, preparar el ataúd y hasta organizar la misa de despedida.

Cabe destacar que Alfonso Manna tomó la decisión de incursionar en este rubro el año que nació  Alberto Hugo, su primer hijo varón y el que a la postre sería el verdadero hacedor de esta leyenda.

Ni bien iniciado este camino hubo un pequeño cimbronazo, pero que no llegó a dinamitar el proyecto. Alessi, en buenos términos, pidió venderle la parte a su socio y quedar afuera de un negocio que no era lo que esperaba.

Convengamos que no debe ser tarea fácil llevar adelante este oficio.  Pero Manna aguantó el temporal y decidió seguir por el camino en solitario. Como el nombre de la firma de a poco comenzaba a instalarse en la ciudad, le pidió a su ex socio seguir bajo la misma denominación y este accedió sin problemas.

De allí que tantas veces nos preguntemos ¿Dónde está Alessi? ¿Alessi será la mujer de Beto Manna? Bueno, ese dilema ya está resuelto.

En aquel tiempo Tandil tenía dos grandes empresas que se encargaban de estas tareas, por un lado Casa Sánchez (luego llamada Casa García), más pomposa y apuntando a las clases más acomodadas, y por el otro Alessi y Manna, que supo tener un servicio más abierto para toda la comunidad.

Un hito muy importante para el negocio se dio en el año 1942, cuando Alberto Hugo se hizo cargo de la cochería. Tenía solo 17 años, pero se mostraba muy interesado en el oficio.

Tampoco dejó de lado sus estudios, ya que años después se recibió de Profesor. Pero nunca llegó a ejercer, el mandato paterno lo puso al frente de la empresa familiar.

Los que lo conocieron hablan de una persona fantástica. No solo por su don de gente y su amabilidad, sino que además por el compromiso que le impregnó a la empresa. En dialogo con ElDiariodeTandil, Beto Manna contó el primer consejo que le dio su padre sobre el trabajo: "Nosotros brindamos un servicio a la comunidad y tiene que ser abierto a todos, sin distinción de clases sociales".

Esa fue la premisa que los Manna respetaron a rajatabla. Lo hicieron en un comienzo cuando funcionaban como cochería y lo mantuvieron cuando inauguraron el salón de calle Mitre.

Sobre este tema se explayó Alberto Ramírez, histórico empleado de la firma: "Había mucha gente que vivía en el campo, entonces no tenía lugar donde hacer los velorios. Por eso se acostumbraba hacerlos en hoteles. Cuando el municipio lo prohibió, a Manna se le ocurrió abrir la primer sala", el lugar elegido fue Mitre 442 y constituyó un hito dentro de la sociedad serrana.

En los archivos de los diarios de época se puede ver cómo eran aquellas procesiones hasta el cementerio. Tandil apenas era un pueblo y toda la gente salía a la calle para despedir a sus vecinos. Muchos se sumaban al cortejo y llegaban como podían al cementerio donde los funerales eran multitudinarios.

Uno escucha estas historias y no deja de comparar. Estas ceremonias han ido mutando a lo largo de nuestra historia. Beto recuerda que una de sus primeras funciones en el servicio era trasladar el tarjetero. Allí los familiares y amigos dejaban su último mensaje al ser querido.

Ni hablar de los medios de transporte. Hace un año fuimos testigos del traslado de los coches antiguos que atesoraba Alessi y Manna en su galpón. Había carruajes del 1800. Verdaderas obras de arte que hoy solo vemos en las películas de época.

Podríamos decir que Alberto Hugo revolucionó el servicio fúnebre en Tandil. Abrió sucursales sobre calle Chacabuco y en Villa Italia. A medidas que la modernidad avanzaba supo aggiornarse e interpretar lo que demandaba una nueva sociedad.

Su hijo lo recuerda con afecto: "Más allá de que mi abuelo fue el fundador de la empresa, creo que mi padre fue el gran hacedor. Era muy un tipo muy respetado, carismático. Además nunca tuvo pereza para el trabajo. Todas las noches se daba una vuelta por cada una de las salas velatorias, estaba con la gente y recién después se iba a su casa. Pero ojo, no lo hacía como un sacrificio. Él sentía que debía estar en ese momento junto a las familias".

Nuevos tiempos

Hoy en día, Alessi y Manna sigue vigente como hace 90 años. Beto (padre), dirige las alternativas del negocio desde un cómodo sillón y sus hijos (Alberto y María Florencia) aprenden un oficio que sigue de generación en generación. El abuelo está presente en una foto sobre el mueble. Los dejó físicamente, pero todavía se mantiene en el aire.

Tienen una relación muy franca y los une el destino. Los tres estudiaros e intentaron seguir otros rumbos, pero finalmente accedieron al mandato familiar.

Beto probó con educación física, su hijo es chef y María Florencia se graduó como administradora de empresas. "Más allá de que quise ir por otro lado, esto es natural para mí. Me crié en este ambiente y no me quejo. Se dio naturalmente. Con ellos (mira a sus hijos) fue similar. De a poco se fueron metiendo y hoy son los que llevan adelante el negocio". 

Aprovechamos para preguntar esas dudas que siempre nos asaltan cuando visitamos estos lugares. Ninguno tuvo una experiencia con espíritus, ni siquiera un muerto que se haya movido de su lugar. Si vivieron peleas y ceremonias tensas, con invitados inesperados como amantes o difuntos que tenían una doble vida.

"No pasan cosas extraordinarias, lo mismo que podemos ver en cualquier esquina o en otro comercio. Atendemos todas las religiones, incluso a los gitanos, que hacen velorios muy distintos a los que estamos acostumbrados. Pero no pasa nada raro. Es un mito de la gente", explicó Beto, enfundado en su clásico traje. 

Ahora cuando llega el frío aumenta el trabajo, es un tema estacionario nos explica. A pesar de que Tandil aumenta de población no aumenta el trabajo. Los Manna explican que ahora hay una mayor calidad de vida y se prolongó la expectativa. Alguno pensará que los médicos son su peor enemigo, pero lejos de pensar así agradecen la confianza de los tandilenses.

"Hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Para eso están mis hijos, que vienen con otras ideas. Hoy los velorios son más cortos, antes era impensado cerrar de noche y ahora es lo más habitual. Lo mismo con la ceremonia. Venían los hijos y te decían: 'Quiero lo mejor para papá', se referían al ataúd, a los arreglos, el funeral. Hoy preguntan que les cubre el Pami y se hace más sencillo, queda el cuerpo toda la noche en la sala y al otro día se vuelve a abrir. Ojo, yo pienso que está bien. A las personas hay que agradecerles en vida y decirles cuanto lo queremos cuando lo tenemos presente", finalizó.

Orgullosos de una historia, luchan por mantener su tradición en estos nuevos tiempos. Son los encargados de acompañarnos en el último adiós y conocen cada secreto de un oficio tan antiguo como nuestra existencia.

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