EL CHACARERO
29/04/2019
La semilla y su genética condiciona el cómo se produce y qué alimento se genera, esa es la discusión de fondo y el verdadero interés de las empresas transnacionales con el proyecto que se quiere sancionar-
por
El Chacarero
En estos días vuelve a rondar por los pasillos
del Congreso el rumor de que el Gobierno Nacional buscará modificar la actual
Ley de Semillas . Creo necesario, en función de la importancia de la semilla y
el agro para el desarrollo de nuestro país, poner en discusión algunos de los
argumentos que utiliza cierto sector empresarial del campo junto con el
gobierno para presionar y aprobar finalmente esta ley.
La semilla no es un insumo más en la
agricultura, sino que es la llave más importante que determina el modo en que
se producen los alimentos y, finalmente, qué es lo que come la sociedad en su
conjunto. De la genética de la semilla depende el cuándo y el cómo se siembra,
se maneja y se cosecha el cultivo. Esto lo aprendieron rápidamente las empresas
de la industria agroquímica que adquirieron casi todas las semilleras del mundo
durante los últimos 20 años.
Para el 2005 Monsanto había adquirido 27
empresas semilleras en el mundo, Bayer a 21, Dow a 12, Dupont a 51, y Syngenta
a 20. De ese modo se aseguran unir a la semilla con el paquete tecnológico que
ellas mismas venden al mercado. Además, la reducción en el número de empresas
genera consecuencias económicas y biológicas indeseables. Pero la concentración
continuó y en el 2018 BAYER adquirió a MONSANTO, DOW Y DUPONT se fusionaron y
CHEMCHINA (la gigante agroquímica China) adquirió a SYNGENTA y a una de las
semilleras argentinas más importantes: NIDERA. Esto hizo que actualmente sólo
tres empresas en el mundo concentren el 60% de las ventas de semillas y el 70%
de los agroquímicos.
En este contexto se discuten en Argentina,
bajo la intensa presión de estas empresas, las modificaciones a la Ley de
Semillas. Se plantea que la Ley actual es vieja y que las modificaciones
deberían promover las "inversiones" de las empresas semilleras en nuevos
desarrollos para los agricultores argentinos. El eje de las modificaciones pasa
por quitar a los productores el derecho de uso propio, es decir el productor
deberá pagar por volver a utilizar una semilla que compró.
Mientras tanto, durante el debate de la Ley en
la Comisión de Agricultura de Diputados se argumentó (por ejemplo) que en el
Chaco sólo se siembra una variedad de algodón cuando años atrás se sembraban 30
cultivares diferentes; la explicación que se dio es que la actual Ley
''desalienta la inversión''. Sin embargo, olvidaron plantear que -debido a la
híper concentración del mercado- quien es dueño del cultivar (Bayer-Monsanto)
no requiere de nuevos materiales ya que con uno solo monopoliza la producción.
Es casi ingenuo creer que los productores argentinos y más aún los pequeños
productores tendrán mayor acceso a las nuevas tecnologías si se cambia la ley
de semillas.
Si nos planteamos como objetivo lograr un
desarrollo productivo económico, social y ambientalmente sustentable, tenemos
que tener como país la capacidad de decidir. La simbólica degradación del
Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva a Secretaría muestra que
la orientación es depositar el desarrollo tecnológico en las empresas
transnacionales, y no en un desarrollo nacional. La soberanía tecnológica es,
entre otras cosas, poder tomar decisiones sobre qué y cómo producir. Si este
proyecto de ley se aprueba, esas decisiones relevantes no serán tomadas por los
intereses del pueblo Argentino, sino por las ecuaciones económicas de estos
tres grandes grupos empresarios.
Para que los productores argentinos tengan
acceso a nuevas tecnologías se debe fortalecer el sistema científico
tecnológico argentino. Aún en Estados Unidos, los conocimientos y las
tecnologías agrícolas más relevantes fueron generadas por las Universidades y
organismos públicos de investigación, y no por las empresas semilleras. Dar la
libertad al productor para elegir si conservar su semilla o adquirir una nueva,
constituye un desafío para que los mejoradores generen cultivares que presenten
cada vez nuevas ventajas productivas.
Se plantea que la Ley de Semillas es vieja y
no contempla las nuevas tecnologías, sin embargo, en el proyecto del poder
ejecutivo no se hace mención alguna a las nuevas tecnologías genéticas. Tampoco
se piensa en qué mejoramiento realizar y cuáles son los objetivos que como país
productor de alimentos debemos tener.
Resulta imprescindible plantearse qué tipo de
alimentos queremos generar, pensar no sólo en cantidad sino en calidad y en una
producción saludable. Como se dijo al inicio de la nota, la semilla y su
genética condiciona el cómo se produce y qué alimento se genera, esa es la
discusión de fondo y el verdadero interés de las empresas transnacionales con
el proyecto que se quiere sancionar. Debatir la Ley de Semillas nos debe dar la
oportunidad para decidir de qué modo queremos producir, no puede ser un medio
para que el país pierda más soberanía.
Autor: Gustavo Schrauf *
*Profesor Titular de la cátedra de genética,
Director del criadero cultivos del sur, Facultad de agronomía (uba).
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