Cultura
11/11/2018
Manu y Gianna son dos artistas tandilenses que recién vuelven de un viaje por México y otros países, donde el camino con su música los llevó a experiencias maravillosa e incluso a estar con el Subcomandante Marcos. Aquí, una especie de diario de aventuras y aprendizaje.
por
Brando Bruni
Manu María y Gianna Pernia, son dos jóvenes tandilenses que
decidieron, hace poco más de un año, emprender un viaje con su música. El
destino fue en principio México, y de ahí ir bajando en la vuelta. Las cosas
cambiaron y pasaron la mayor parte del tiempo en el país azteca, aprendiendo
muchísimo y repartiendo música por sus pueblos.
A poquitos días de pisar suelo argentino, charlaron con El
Diario de Tandil. Gianna comenzó por el principio, como corresponde: "El principal motivo fue mío individual,
estaba estudiando y siempre me gustó mucho la sociología, que para mí empieza
desde el trabajo interno. Me fui a eso, a buscarme a mí misma para poder seguir
con mis estudios. A raíz de eso, como el trabajo que tenemos entre los dos es
la música, a él también le interesó la idea".
Así le dijo a Manu, con un tiempo para pensarlo. Como andaba
con ganas de proyecto nuevo, se embarcó también.
"Llegué con la idea
de conseguir una combi y hacer un espacio cultural ambulante, para cuando llegue
Manu, un mes después, empezarlo a trabajar", dice ella. Pero empezaron a
pasar varios imprevistos, ese plan se complicó. "Nos quedamos en cero",
afirman. Y allí estaban, en la hermosa Tulum, en el Caribe, con la decisión
tomada de comenzar a mostrar su arte. "No
tenía idea como lo iba a recibir. Llegamos y empezamos a hacer lo que hacíamos
acá. Nos dimos cuenta que el folclore es bellísimo, pero todo el folclore.
Hacíamos folclore argentino y no entendían nada, en esos lugares donde
estábamos había mucho turismo, sobre todo norteamericano", cuenta Manu.
Así las cosas, decidieron abrir el plano musical, crear, tomando
músicas de distintos géneros. Incorporaron nuevos músicos viajeros, se dio el intercambio,
armando en principio un quinteto.
Gianna explica que "lo
primero que nos enseñó el viaje fue a desestructurar, a valorarnos a nosotros
como artistas. Los dos laburamos de cualquier otra cosa, y al quedarnos en otro
país era ser músico o nada, ya estábamos en el Caribe, no nos íbamos a poner a
trabajar de camareros otra vez". "Empezamos
a afianzarnos, saber que teníamos algo para mostrar y le dimos confianza a eso.
Si no generas esa seguridad la gente no te da importancia", afirma por su
lado Manu.
Se dieron un par de fechas en Tulum, cerrando con la
participación en un festival de folclore
latinoamericano, representando a Argentina y Uruguay junto a otros músicos
rioplatenses. Y partieron hacía otro paisaje, Bacalar, un pueblo de laguna. "Empezó un mundo nuevo, donde no había
tanto turismo del norte, había mucha más gente cálida", dice él y ella suma
que había "muchos extranjeros de otros
lados y con otros fines. Hay muchos proyectos de permacultura, comunidades
autosustentables, buena alimentación, llegamos a otro mundo que nos abrió un montón
de otras puertas. Hasta hay otros sistemas económicos, fue muchísimo
aprendizaje". En resumen, como dicen: "Fue
perfecto". Enseguida que estuvieron los contactaron con los centros
culturales, tocaron muchísimo ese mes y medio.
"La meta principal
era el crecimiento personal, eso lleva al crecimiento de la música",
aseguran.
El viaje tenía que seguir, todos le decían que vayan a
Palenque, en Chiapas. Y a allí partieron para estar un par de días en la selva
tropical, bajando un cambio: "Ahí
descubrimos de donde salían las canciones".
La próxima parada,
también en Chiapas, fue San Cristóbal de las Casas, "un pueblo mágico, impresionante. Fue el punto máximo de disfrute para mí.
Salieron cosas ilógicas, no entendíamos como llegamos a ahí", dice Manu.
Fueron dos meses y pico ahí. Conocieron, entre muchísima
otra gente, a una orquesta de uruguayos y argentinos. Todos los jueves armaban
una peña folclórica, enseñando chacarera y zamba al principio.
Sobre la comunidad en Chiapas, aseguran que están "muy adelantados. Formar una comunidad está
bien difícil, los sistemas que nos rigen están muy instalados a nivel mundial.
Ellos decidieron separarse, ser sus propios gobernantes. En la escuela dan
todas las materias tradicionales, pero agregan otras como Resistencia,
Dignidad, Revolución o Amor. Te duele la cabeza y no te van a dar un Actron, te
dan un tecito".
El último día en San Cristóbal, se dio un momento de esos
que señalan que estaban en el lugar justo en el momento indicado. Participaron
del Festival Comparte, una movida para que la gente del mundo vaya a
compartirles su arte, y ellos nos muestran su arte a nosotros. Ya se tenían que
volver a Bacalar, con fechas programadas, iban a arrancar al mediodía y escuchan
que por el micrófono anuncian la grata sorpresa que a las cinco de la tarde iba
el Subcomandante Marcos. "Sabíamos que
no íbamos a volver a tener esa oportunidad", dijeron y se quedaron.
La ruta también los llevó un tiempo a Guatemala. Y volvieron
a Bacalar para cumplir un mes intenso lleno de fechas, tocando hasta en el
hostel a cambio de la pieza. Todo de manera independiente, haciendo
artesanalmente los discos y arte de tapa, etcétera. "Eso nos también nos enseñó el viaje. Está todo acá, en nuestras manos
y nuestras cabezas, todo lo podemos hacer", señalan entre los dos.
El camino los llevó nada menos que a México DF, toda otra
historia, como dicen "fue un choque de
realidad muy fuerte. Depende como lo tomes, podíamos haberlo tomado como
enfermizo o aprovechar la cantidad de cosas hermosas que tiene. Intentamos
estar en equilibrio y fue de todo. Recibimos cosas hermosas de una ciudad
gigante, como la cantidad de cultura que hay."
Dicen que les pasaron cosas como "ir caminando por una de las plazas centrales y ver un señor vendiendo
correas, para los perros y los nenes. Pensé que era un chiste, pero empezamos a
ver lleno de nenes atados a los padres, enojaba eso. Una chica que estaba con
nosotros nos decía que estaba bien, no es para que no se pierda, es para que no
le roben a los chicos".
"En un lugar donde
tocamos, super intensos todos, no paraban de gritar o de moverse, unos niveles
de ansiedad increíbles. Cuando nos tocó, nos corrimos de los micrófonos, nos
sentamos en el piso y les pedimos a todos compartir un momento, que esa sea la
descarga", relatan en otra de las anécdotas en la capital.
Desde ahí, siguiendo con las ciudades grandes, fueron a
Lima, Perú. Pararon con una familia y tocaron en la calle. También hablan de
una realidad complicada: "fue muy loco,
tuvimos choques sociales lindos y feos. En poquito tiempo, ese lugar me enseñó
un montón. Socialmente, muy eufóricos pero más cálidos que en DF. Estábamos en
un barrio un poco alejado, bastante peligroso, mucho tráfico. No estábamos en
una parte calmada de Lima, se vivió más o menos igual que en México".
Destacaron de su estadía limeña como aparece a menudo el
problema de xenofobia, sobre todo con los venezolanos. Incluso ellos la
vivieron en carne propia después de un evento misógino que tuvo que aguantar
Gianna en un colectivo, aunque no se achicó y le puso los puntos.
Pero todo terminó bien, cuentan que "en la casa donde estuvimos, para devolverles el favor, organizaron un
show en su casa e invitaron a toda la familia, sobre todo a los chicos para que
absorban lo que le podíamos entregar. Para nosotros fue un regalo más".
De ahí, de vuelta a Argentina. "Todavía estamos acomodándonos, vinimos con la cabeza muy cambiada. Me
fui con muchas sensaciones que creía que eran las reales, que las cosas eran de
una forma. Pero llegar y chocas con todas esas realidades tan cercanas, veo
todo desde otro ángulo. Estamos en un lugar nuevo que no conocemos" dice él
y ella explica que "lo resumo diciendo
que tenía una canción favorita, y ahora mi canción favorita es la que estoy
escuchando".
Ahora, se están volviendo a instalar en Tandil, aunque en
enero quieren ir para Uruguay y a mitad de año quizás pinte Chile, todo por
contactos fueron conociendo en el camino.
"Se están viniendo
cosas hermosísimas, proyectos a dúo. En lo que es solista, intentamos crear
este Manumaría banda o trío, para tener un nombre que haya recorrido algo, sin
tener que armar algo nuevo. Que se vaya sumando gente, que sea algo que no
desaparezca", detalla Manu. Y ya tienen fechas por varios lados, como Roque
Pérez, La Plata, San Nicolás, Mar del Plata, Miramar y Chapadmalal.
Por estos pagos, arrancan con un proyecto en el patio de la
pizzería de Maipú 1712, comenzando del 21 al 25 de noviembre con un encuentro
de artesanos. Allí, planean varios encuentros interculturales, abriendo las
puertas a varias ramas del arte.
Por último y volviendo a lo del viaje, aconsejan: "Si alguien tiene la duda, que se la saque,
se puede hacer. Todos los países que recorrimos, lo hicimos sin más de 500
pesos en el bolsillo. Si te das cuenta que no tenes plata, tu cuerpo y tu
cabeza no te van a dejar, porque la necesitas, nosotros estuvimos haciendo de
todo con las ganas de viajar".
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