Opinión

¿Quién tomó el Campus Universitario?

18/09/2018

Paremos un poco la pelota y consideremos algunas de las variables que nos hicieron llegar a donde estamos.

por
Francisco Sola

El contexto nacional nos indica un proceso de crisis cambiaria, que todavía no logra acomodar el sobrante de pesos en relación a la divisa norteamericana. Lo cual trae aparejados aumentos en casi todos los productos de la economía y su consecuencia en los márgenes de calidad de vida de cada argentino. Sumado también a un proceso keynesiano de contracción de la demanda para evitar las consecuencias de la inflación y un objetivo para 2019 de lograr el equilibrio fiscal. Esto, a manera resumida es el marco conceptual del disparador general.

En lo micro del asunto, es decir, el presupuestario universitario, la cuestión sigue la misma lógica de ajuste en relación al contexto nacional. Si bien el presupuesto general otorgado a las universidades nacionales no solo que no fue recortado, sino que además fue incrementado por encima de la inflación. Surgen algunas variables en relación a la demora de proyectos que no cumplen requisitos como también, al incremento de los servicios de gas, luz y agua que plantean un nuevo reacomodo de las cuentas, dejando deudas para pagar los gastos corrientes.

Ahora pasemos al Sujeto.  Por decisión de "asamblea popular" se decidió tomar el campus y cientos de estudiantes no pudieron ni siquiera entrar al predio educativo. Un conflicto paritario para algunos y para otros más integral, fue el argumento para efectuar la toma. Que antes claro, tuvo un antecedente de varias marchas y eventos de manifestación en la ciudad.

El sujeto es comprendido por una heterogeneidad evidente interclaustro, que hace imposible la identificación con un grupo en cuestión en término absolutos. Pero sí, a nivel porcentual, se puede observar claramente una participación mayoritaria de estudiantes de las facultades de Humanas y de Arte. Como también motivada y conducida por estudiantes que se encuentran en las antípodas del gobierno de Mauricio Macri y que por supuesto, militan en agrupaciones en distintas facultades.

Desde ya que hubo debate en esos lugares, puntos de diferencia y posturas que querían terminar la movida. Algunos estudiantes se presentaron en la asamblea para manifestar su rechazo como también docentes y gremios que querían evitar el desenlace.

No quiero con esto deslegitimar a un movimiento, creo que todos son válidos. Pero creo prudente identificar claramente los actores en cuestión ya que, un vicio en que caen estos movimientos, es en hablar en nombre del pueblo. Arrogándose su representación en pos del bienestar general de ese todo homogéneo que los apoya. El otro, el que no está de acuerdo con sus acciones, es titulado como el antipueblo, egoísta y traidor a los ideales colectivos de clase.

Una cosa es hablar en nombre de un colectivo singular, el cual siempre es válido y otra, es arrogarse el rol de defensores de toda una población que no sólo no saben que ellos son sus representantes, sino que además encuentra rechazo generalizado a las acciones que esta minoría genera.

Además, siguiendo ampliando el espectro descriptivo del Sujeto que tomó el campus, es bueno recaer en el concepto, ya gastado pero vigente de lo "políticamente correcto". Una regla de oro a la hora de generar estadísticas objetivas por medio de encuestas, es en evitar caer en preguntas que contengan cierto nivel de corrección política, ya que una cosa es pensar y otra decirlo.

Los movimientos que se encuentran en la oposición al gobierno nacional saben bien de esta artimaña para lograr consenso en sus maniobras. Una cosa es decir que Macri es Hambre y pedir que lo fusilen en plaza de mayo, y otra, muy diferente, es buscar puntos grises donde el sentido común se confunde con intencionalidad política. Pasó con Santiago Maldonado y pasó aquí también. Logrando sumar a las asambleas y en redes sociales a muchas personas que, por una cuestión de corrección política, bancan la parada, pero en su faz privada la rechazan con vehemencia.

La manifestación fue y es política. Incluso dentro de este sector me confesaron que la lucha no es solo por los salarios de los docentes, sino que es contra el modelo neoliberal (ojalá fuera neoliberal) de Mauricio Macri de ajuste y represión. Por lo tanto, es correcto plantear la discusión no como una crisis de la educación, sino una manifestación política en contra del modelo que se dirige desde la Casa Rosada.

Lejos de las aulas, en bares o en hogares, estudiantes, docentes, vecinos en general y representantes de casas de estudio plantearon su disconformidad con la movida. Donde una minoría carente de legitimidad efectiva, decidieron unilaterlamente prohibirle a otro el derecho a estudiar. A la fuerza, a lo primitivo, a lo salvaje de imponer las ideas por medio de la coerción, siendo ellos los jueces y verdugos de los derechos del otro en pos de una lucha subjetiva que cree defender los derechos de los vulnerados.

En democracia cada uno es libre de hacer lo que quiera, luego se tiene que hacer cargo de sus consecuencias. Pero sí creo necesario dejar las cosas en claro y poder identificar de donde viene la crítica. Porque una cosa es que la sociedad por medio de las urnas o con su malestar social critique y otra, muy diferente, es ver como un grupo de estudiantes que aborrecen al gobierno nacional tomen el campus apropiándose de la representación de todos los estudiantes. Esos son los detalles que hacen tener un panorama un poco más claro de la situación.

Por Francisco Sola. Director de Tandil News y Conductor en "De Cuadernos y Servilletas" por LU22 Radio Tandil.

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