PERSONAJE DE LA SEMANA
12/09/2018
Un tipo risueño. Como un niño grande. Algo así. De pequeña estatura y gran corazón. Tatuador, rockero y ... tanguero. Viajero, bohemio y soñador. Desde hace algunos años nos representa en Colombia, con todo su arte y fuerza emprendedora. Mazzarini canta un tango en Medellín.
por
Mauro Carlucho
Manu Mazzarinni es el personaje de ésta semana. Nacido en La
Plata en el año 1978. "Soy del '78, y nací en La Plata, en un momento
bastante agitadito, imaginate. El 19 de julio". De aquí y de allá, "mis
viejos se habían ido a laburar. Enseguida nací yo y al año mi hermano. Y a los
dos años nos volvimos a Tandil. Criado en el Barrio Falucho. Después, en 7º
grado nos volvimos a ir a La Plata y ahí nació mi hermana. Nos iban a tener a
La Plata los viejos je je. Y después, de vuelta para Tandil, después de un año
y pico. Hice toda la secundaria en el Colegio Nacional y a los 18 me volví solo
a La Plata". La Plata está en un lugar especial de su corazón. Son los años de la infancia, los amigos: "Eran
unos divinos. Me acuerdo que vivíamos en pleno centro y nos habíamos hecho
amigos del hijo del dueño de una casa de video juegos llamado 'Texas', asi que
vivíamos en los fichines".
"Había hecho muy lindas amistades en la primaria, son mis
amigos con los que hoy sigo en contacto. Y también los del barrio de Tandil
claro", agregó.
De familia trabajadora y vinculada al folclore de Tandil, "mi
vieja era ama de casa y después empezó a trabajar. Mi viejo era músico de joven,
tenía su conjunto de folclore. Pero ya cuando nacimos nosotros no estaba
haciendo música, estaba encargado de producciones y trabajaba en una tienda de
ropa, era gerente. Con la radio y siempre haciendo espectáculos, metido en el
ambiente musical", contó
sobre su padre Alberto Mascchio.
Hoy y desde hace muchísimos años, Manu es artista por donde
se lo mire. Canta, tatúa y hasta actúa cuando puede. Pero no siempre fue así. "Cuando
era chiquito era súper tímido, no cantaba en ningún lado. No cantaba ni el
himno porque me daba vergüenza. En las fiestitas que te hacían actuar yo la
pasaba tan mal, me sentía un estúpido".
La etapa escolar no aparece entre sus mejores recuerdos. "En
el jardín lloraba como un marrano jaja, la primaria me aburría. Así que la
escuela no iba conmigo, yo tenía la cabeza en otro lado". Como artista
tiene una mirada crítica acerca de la educación: "Está armada para
adoctrinar gente y yo siempre fui medio bohemio y por ahí no se dieron mucho
cuenta de eso. Cuando sos chico por mas que estés todo el tiempo dibujando no
decís nada. Y los viejos por ahí no toman conciencia, de apuntarte a una
escuela de arte. No les cargo la culpa a nadie eh, eran otras épocas y bueno
pensaban que tenía que ir al colegio y después a la universidad".
Siempre laburante, trabaja desde muy chiquito. En distintas
cosas, pero eso sí, siempre con una sonrisa. "Yo creo que tengo 40 años y
ya estoy jubilado je je, porque hace 30 que trabajo. Mi vieja nos crió así, a
la que hay que laburar. Que está buenísimo, pero por ahí era un poco demasiado.
Pero ella era del campo, criada así, que hay que laburar y laburar y que sin
esfuerzo no se consigue nada. Yo creo que hay que trabajar y esforzarse por lo
que uno quiere, pero no es para tanto. Pero bueno eso lo fui entendiendo
después. A los 7,8 años estaba con mi hermano trabajando de caddy en el Tandil
Golf Club. Todos los fines de semana junto a uno de mis mejores amigos Antonio
'Tati' Goroso, batero de La Reventada. Con él y sus hermanos nos íbamos a las 6
de la mañana, de noche, invierno, escarcha en Tandil, pateando, del barrio
Falucho para el golf, cagados de frío. Y ahí pasábamos todo el día esperando
para salir de caddy, había una lista, con el bolsito con los palos de la gente
que iba a jugar. Era picante ser caddy 30 años atrás porque caían pibes de
todos lados. Teníamos una casilla de vagón de madera casi destruida porque la
rompíamos toda para hacer fuego por el frío, éramos como 20. Ahí hice mis
primeros pasos trabajando. A partir de ahí siempre, laburando de cualquier
cosa, un 'todero' como le dicen acá en Medellín a la persona que hace de todo.
Desde cortar árboles a salir a vender ensalada de frutas por la calle, limpiar
vidrios, lo que se te ocurre. En La Plata empecé a trabajar de fiambrero en un supermercado.
Tenía el pelo largo, muchos rulos, como Slash ja. Y me obligaron
a cortarme el pelo, así que se me fue el poder ahí je je. Maldito sistema. ¡Era
un desastre! Ja ja, 'un cuarto de queso
cremoso' me decían las viejas, y yo le tiraba el cuchillazo por donde me
parecía, '¿380 es lo mismo señora?'jaja",
se ríe sobre aquella etapa.
Dicen que en la escuela secundaria le decían 'el Guns', por
su fanatismo por la emblemática banda Guns and Roses. Y también por su
inolvidable melena. El amor por la banda de rock norteamericano era tan grande
por aquellos años que sus padres habían puesto el conocido kiosco de calle Rodríguez
frente a la glorieta de la Plaza Independencia y él con su hermano le rogaron
que le pusieran 'Axel', en homenaje a la voz del conjunto. "Desde los 11
años empezamos a escucharlos, y fue una fiebre y una locura total".
Fanatismo que no sólo disparó la denominación del negocio familiar si no sus
inicios como músico. "A esa edad arranqué con la guitarra. Ver a esos
locos haciendo esa música desenfrenada me marcó, porque me di cuenta que
también quería ser parte de eso, no sólo escucharlo si no también generarlo".
La música late adentro suyo, de su
familia. Su padre es un reconocido músico y sobretodo productor del folclore
local. En su casa siempre se vivió con mucha música.
Los primeros pasos con la guitarra los hizo con el gran Coie
Granato, "un grande de la música. En el Teatro Estrada, que es el Teatro
del Fuerte ahora. Me acuerdo que daban clases, y arranqué ahí con el Coie y con
Luis Tangorra. Después me fui a La Plata con 18 años con el fin de estudiar
Bellas Artes. Y ahí hice 6 meses pero como tenía que laburar para mantenerme
después no pude seguir".
Integró muchas bandas de rock de Tandil. La primera a sus 15
años, "¡con los hermanos Olano!, Francisco y Juan, 'Siervos de la gleva'
se llamaba". Luego en La Plata participó en varias formaciones
conformadas casi completamente por tandilenses. "Armamos 'La Sucia' que
fue casi el principio de La Reventada. Después 'Santa Partusa' que fue la banda
que tuve hasta los veintilargos, que hicimos una movida hermosa".
Siempre formándose y también teniendo que laburar. "Clases
de canto, de guitarra, de armonía. Trabajando en Mc Donals, en boliche de dj,
de barman, de moso. ¡Hasta de mecanógrafo trabajé!. Yo de pendejo sabía
escribir a máquina porque mi vieja me había enseñado. Y cuando vivía en La
Plata vivía en el Centro de estudiantes de Tandil, y ahí le pasaba los trabajos
a los estudiantes de derecho, no había computadora, no había impresora, no
había nada. ¡Y también fui cartero!".
Una faceta importante en la vida de Manu Mazzarinni y por la
cual es bien conocido, son sus trabajos como tatuador. De chico le encantaba
dibujar y luego en La Plata, rodeado de amantes del tema decidió explorar ese
arte y terminó dedicándose muchos años incluso hasta la actualidad. "Fue
re loco, un verano me fui a trabajar a la costa, a Villa Gesell, con uno de mis
mejores amigos, de La Plata, Javier Chávez, que había puesto un restó bar. Con
los 1000 pesos que había ganado en aquel momento pensaba comprarme una
computadora, no pude así que con la historia de tatuar en la cabeza me fui al
estudio de un amigo por una máquina, un curso y empecé a practicar. Mucho, en zapallos, melones, cuero de
chancho. Le empecé a hacer cosas chiquitas a amigos. Y en poco tiempo le agarré
la mano y este chico me llevó a un lugar ahí en Galería San Martín donde están
todos los estudios de tatuajes, ahí conocí artistas gigantes del tatuaje que me
hicieron crecer un montón así que crecí y crecí. Y cuando me quise acordar
estaba viviendo del tatuaje. Totalmente independizado de cualquier otra
actividad, y eso fue hermoso, a los 30 ya estaba trabajando para un estudio".
A los 31 decidió volver al pago chico y con el tatuaje a
cuestas puso su propio estudio en pleno centro. "Eso empezó a crecer cada
vez más, cada vez más, y es una herramienta que me acompaña permanentemente. Es
algo que amo. Si bien tuve un momento de colapso porque bueno se transforma en
un trabajo y como que me terminó absorbiendo pero ahora ya estoy mas amigado
con el tatuaje y haciéndolo más desde el disfrute".
Cuando volvió a Tandil empezó la historia fuerte con el
tango. Comenzó a formar parte de los cantores de la ciudad. De zapatillas y
lleno de tatuajes. Ama el género y lo hace con enorme pasión y respeto. "Cuando
me fui para Tandil a los 31, empecé a hacer otros estilos. A quedarme solito
con la guitarra. Y ahí apareció el tango de vuelta, de forma más seria, más
profesional. Y me atrapó. Empecé a conocer la magia del tango, el teatro, los
músicos, las composiciones, todo lo que se encargan de destruir ahora, de no mostrárnoslo.
Y ahí arranqué como pseudo cantor de tango. Muchos me dicen 'eh, ahora cantas
tango, sos tanguero!'. Y yo digo no no, no soy tanguero, yo soy rockero de
nacimiento. Lo que sí, sume el tango a mi carrera. Y ahí empecé a estudiar con
Dieguito Romero, un grande, un genio, un ídolo de la guitarra. Él tocaba,
yo le cantaba arriba como podía y él me decía esto sí, esto no, fijate acá,
fijate allá. Con Subelza también, y todos los señores hermosos del tango tandilense.
Yendo a Antique, Miguel Valenzuela, El Piojo Hernández. Todos siempre tienen
algo para decirte, y yo armándome de a poco". De cualquier modo las inquietudes comenzaron
un poco antes. "A los veintipico, yo estaba haciendo rock, a full, pero
tenía toda la discografía de Carlos Gardel. Y le dije a un amigo guitarrista de
tango -Manuel Divirgilio- qué temas quería hacer".
Había algo en el ritmo del 2x4 que lo atrapaba. "No sé cómo
nace, porque en casa se escuchaba folclore. Mi viejo súper folclorista así que
folclore toda la vida. Pero a mí el folclore nunca me llegó, nunca me
identificó, nunca me transmitió nada. Lamentablemente, porque es un estilo tan
rico, me encantaría que me pasen cosas, pero nunca me llegó".
El tiempo nos mostró a un tipo creativo y ocurrente.
Producto de su esencia y un largo camino de búsqueda. "Si bien, cuando era
chico era muy tímido. En La Plata, con los hermanos Ferreira -Leandro y Matías-
y ellos son clown, payaso, hacen teatro, y yo me crie con ellos en toda esa
movida. Y me empezó a interesar mucho, a hacer talleres de teatro,
improvisación. Una vez una amiga me pidió que la acompañe a un casting de una
obra infantil y me dijeron si yo también quería y me metí, ¡y podés creer que
me terminaron eligiendo a mí para hacer el protagónico! jajaja. Al final no me
quedé porque estaba a full con la banda, trabajaba mucho mucho y no tenía el
tiempo para dedicarle. En Tandil hice algunas intervenciones con Nico Mazza,
talleres con Julia Esquivel, participando en una comedia musical con la escuela
de arte Relevé. Cada tanto me engancho con algo y me subo a las tablas. Eso
está siempre ahí", indicó.
A Colombia llegó en el 2016. Buscando un cambio de aire
encontró una tierra de oportunidades. "Cerré el estudio de tatuajes en
Tandil y salí decidido a vivir de la música, con mis canciones, con los tangos.
Y la idea era arrancar en Colombia y empezar a subir pero llegué a Medellín y a
la semana estaba cantando asi que no me dieron ganas de seguir. Mas que cantar.
Sumado a que la gente es súper amorosa, cálida. Aman nuestra cultura, el
fútbol, el tango, la música. Saben mucho de nosotros y nos tienen un cariño muy
especial a los argentinos. Asi que estoy haciendo mucho con la música, con el
tanto y con mis canciones. También generando espacios, tomé contacto con la
Casa de la Cultura del barrio donde vivo yo 'El Poblado' y estoy participando
ahí, generando cosas en ese espacio. Y yo siento que es Buenos Aires en la
década del 80 en términos de movida cultural, de crecimiento de lo artístico. Hay
un apoyo importante de la alcaldía. Y hay muchos talentos y gente generándose,
hoy es un semillero muy grande. Medellín es súper cosmopolita, gente de todo el
mundo. Y acá estoy, siendo parte de éste lugar hermoso", finalizó.
Ahora es feliz en Colombia, como antes lo fue en La Plata o
Tandil. Hoy es el tango y sus canciones, como hace un tiempo fueron los tattoos
o la atención al kiosco de la plaza. Manu se reinventa. Busca y comienza
nuevamente.
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