PERSONAJE DE LA SEMANA
31/07/2018
Amante de la buena música y la gastronomía. Daniel Eleno le hace honor al dulce arte de vivir. Siempre rodeado de amigos y afectos. Hizo bailar a una generación como DJ y ahora no se conforma con un buen plato, sino que busca conjugar artes, sabores y atmósferas que recrean momentos únicos y extraordinarios. Un Perdonaje singular, multifacético y con una gran trayectoria.
por
Mauro Carlucho
Nuestro "Personaje de la Semana" tiene un gran
sentido de pertenencia por su ciudad y especialmente con el Barrio de la
Estación, donde pasó gran parte de su vida. Sus años itinerantes en diferentes
cocinas de la Argentina no lograron extinguir ese lazo que mantiene con sus
orígenes.
Pasa que aquellos años de la decada del 70 quedaron
guardados a fuego en su historia. La familia numerosa, los amigos y los juegos
en la Estación. Los asados familiares y las pastas amasadas en casa con algún
disco sonando de fondo, son imágenes que vuelven recurrentemente a su memoria.
"Todo empezó en aquellos años. Cuando iba a la
Escuela 37 y nos la pasábamos entre protreros y juegos en la estación de
ferrocarril. Tengo recuerdos imborrables de la familia numerosa. Con abuelos,
tios y primos en casa. En las fiestas eramos un montón. Nos encantaba comer. De
ahí viene mi locura con la cocina. Y creo que también de la música. Ahí empezó
todo...", repite, mientras su memoria se dispara hacia un
tiempo no muy lejano.
El periodista Marius Carol indagó sobre estas cuestiones de la infancia y
llegó a la conclusión que "Nadie ha superado la
definición de Rainer Maria Rilke según la cual la infancia es la verdadera
patria del hombre. Los recuerdos de infancia no sólo forman parte intrínseca de
nuestras vidas, sino que han estructurado nuestra personalidad. Hay sabores y
aromas que al recuperarlos evocan un mundo protegido que para muchos encarna el
ideal de felicidad. Curiosamente, en tiempos de crisis la infancia no es sólo
el territorio de la nostalgia, sino que pasa a ser el refugio de todas las
penas. Si Proust hablaba de la infancia como el tiempo perdido, el estresante
presente empieza a plantearla como los años recuperados. El sabor de la
magdalena no sólo remite al niño que fuimos, sino que se convierte en tótem
esponjoso de nuestra felicidad".
Todos esos momentos vividos en el barrio y en la
casa materna hoy se reflejan en sus creaciones y en su persona.
"La comida, para mí, pasa mucho por la unión. El
compartir un buen momento. Eso era mi familia. La abuela amasaba fideos y los
mas chicos ayudando. Siempre fuimos de muy buen comer. Mis padres, mis
tíos. Todos. Yo disfrutaba mucho de ver
a la familia reunida y pasarla bien. Me sigue cautivando esa sensación de placer cuando todos comemos, está todo lindo
y rico, estamos felices y si tomamos un vino mucho mejor", explicó sus sensaciones, como
si estuviera en una sesión de terapia.
Cuantas veces nos cae la ficha de que muchas cosas que nos pasan
a diario tienen su correlato con experiencias vivenciadas en aquellos primeros
años de nuestro camino.
"Con la música pasa algo parecido. Mis abuelos me inculcaron el
amor por la música. Tambien tenía una tía que era artista plástica. Tuve suerte
porque siempre habia influencias positivas y me quedaron dando vuelta en algún
lado. Escuchaba tango y musica clásica, pero tambien rock. Mi primer disco fue
'Ultimo tren a Londres', de ahí viene la música disco y luego mi trabajo como
DJ", le dijo a ElDiarioDeTandil.
Sus estudios secundarios los empezó en la Escuela Granja y los
terminó en Comercio. Al mismo tiempo comenzó su tarea poniendo música en los
boliches de moda. Eleno fue el encargado de las "bandejas" en lugares como La
Taba, Plateado o Studio 51.
"Te daras cuenta que siempre trabajé para que los demás la pasen
bien. Primero haciendolos bailar y despues con la gastronomía. Hay algo de que
me gusta manejar a las masas. Me entretiene. Porque el DJ es el que pone el
estado de la pista. Es muy importante. Yo siempre fui un poco transgresor con
la música, traía música de Buenos Aires. Traía música importada. Tenía amigos
que eran pilotos de avión y me traían discos de afuera. Acá en Tandil no
llegaba buena música, habia que ir a buscarla, yo me movía, gastaba mucho dinero, tiempo,
todo para conseguir música nueva. Que en ese tiempo era The Cure,
Depeche Mode, las bandas de los 80 digamos", relató.
Desde aquel tiempo, Daniel tiene fama de buen tipo. Siempre
tratando de hacer las cosas bien, con alegría. Buena onda y divertido.
"Después viene mi historia como cocinero, que si
bien como te conté antes empezó hace mucho, en un momento me fui a estudiar
para chef en Buenos Aires en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía). Eso
me dio la chapa para trabajar en muchos lados. En Buenos Aires, trabajé en San
Telmo, en un restaurante de pasta italiana que armamos con un amigo. En Las
Cañitas. En Esperanto (cuando era restaurante). También armé un restaurante en
Palermo, 'Arde Palermo' se llamaba, en la calle Honduras. Y trabajé en el Hotel
Libertador Kempinski de jefe de partida. En Cariló me metí con la cocina
alemana. No se. Hice de todo. Aprendí mucho y lo disfruté a full. Pero bueno,
las vueltas de la vida me trajeron de nuevo a Tandil en el año 2002", indicó.
En estos 15 años desde su regreso al
pago, Eleno supo destacarse como uno de los chefs locales con identidad propia.
Encontró un camino personal a través de la cocina regional y los productos
locales. Su trayectoria en Tandil comienza con un taller de cocina en la
universidad, un programa de televisión, la apertura de Trauun (significa "gente
reunida" en mapuche) que entre el 2005 y el 2015 fue un punto muy alto de la
gastronomía local. Tampoco podemos olvidarnos de la cocina criolla en 4
Esquinas. Hoy, Eleno asesora restaurantes de la ciudad, realiza caterings y
eventos privados, los fines de semana está a cargo de la cocina en Las Acacias ("En Las Acacias estoy los viernes y sábados por la
noche, preparo lo que a mí me gusta comer. Es un lugar para 28 cubiertos, y el
menú lo armo cada fin de semana. Se trata de una comida con pocas opciones pero
bien cuidada. Se escucha música clásica, jazz, y una selección muy
buena de vinos"). Volvió a las andadas con Trauun, pero esta vez acompañado
de Raul Calvar y a través de un concepto mas renovado. Con clases de cocina,
arte y encuentros que son un verdadero deleite.
"Trauun dejó una marca en la calle Fuerte Independencia.
Teníamos una gran carta rotativa, donde nuestras especialidades eran el
cochinillo, el goulash, el lomo con papa rosty. Clásicos como mollejitas, un
paté con cognac y pimienta verde. Fueron 10 años que disfruté muchísimo, porque
cocinaba lo que yo quería, ponía la música que yo quería y vendía los vinos que
yo quería, que me gustaban. Ahora estoy en otro plan. Disfruto los talleres de
cocina con amigos (que es la clase de cocina con cena incluida). A veces me
contratan para dar las clases a domicilio. Tambien sigo con los asesoramientos
a restaurantes y hoteles y equipamiento y diseño. En este momento estoy
colaborando en Posta Natural, en La cascada y en un nuevo hotel que abrirá en
la ciudad. Tengo el programa de "Radio Cocina" en La Compañía, que es un poco
la fusión de cocina y música, que van de la mano. Trato de hacer todo lo que me
gusta", declaró.
Eleno hace hincapie en trabajar de lo que ama, pero hay un
secreto. "Yo soy muy exigente con el control de la calidad. Trauun es cocina
de calidad. Y se cocina con amor. Con pasión. Calidad en los insumos, productos
frescos. Y estoy en todos los detalles, música, ambientación, iluminación",
finalizó.
Cocinar es agasajar a los otros. Es pensar en lo que les puede
gustar y también impactarlos. Para hacerlos sentir bien. Es amar cada
ingrediente. Y volar en la creatividad para que su combinación sea perfecta. En
cada preparación quien cocina con amor se entrega, se apasiona y fluye. Luego
viene la gente en la mesa, la unión, el disfrute del encuentro. El placer y el
vino.
Daniel Eleno apuesta a todo eso. Es El Anfitrión. Allí, en sus
platos, está él. Con sus pasiones, su buen humor y su amor por la vida.
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