ENTREVISTA PICANTE
26/06/2018
Ezequiel Escudero, secretario del Movimiento Activista Animal, analizó la crítica situación de nuestra ciudad al respecto y pidió por la mudanza del predio de Bromatología.
¿Cuál es tu actividad?
Yo
soy secretario de una ONG que se llama Movimiento Activista Animal, que tiene
matricula 44.905 de personas jurídicas. Básicamente, lo que nosotros hacemos es
generar cierta revalorización del animal considerado doméstico. Aunque, nos
enfocamos en la fauna urbana.
Dentro de los considerados domésticos, en Tandil, el perro es el principal
afectado, seguido bastante de cerca por el gato.
¿Es algo que realizan ad-honorem?
Cuando
contamos lo que hacemos, siempre coincidimos en que cualquier ONG es el
emergente de una situación desviada, de algo que en términos políticos,
sociales o en cualquier ámbito, está mal hecho. Esto hace que la sociedad civil
se movilice, organice y se convierta en una ONG para emerger como alerta para
corregir tal cosa.
Obviamente, esto lo hacemos ad-honorem porque ningún miembro de la asociación
percibe algún tipo de honorario por su participación; tampoco recibimos
subsidios del Estado. Básicamente, nos movilizamos con fondos propios, con la
plata del bolsillo de cada uno.
¿Qué vieron a la hora de decidir
formar la ONG?
Lo
que vimos fue la ausencia del Estado. Cuando no previene, no controla y no
castiga, tenés una desviación en relación al objeto de estudio.
Básicamente, lo que venimos observando en materia de fauna urbana es el enorme
déficit del Estado en la cuestión. A diferencia de lo que uno cree, no estamos
hablando de falta de legislación, porque el Municipio tiene una ordenanza
anclada dentro de Leyes provinciales y nacionales.
Hay una falta de voluntad política que se ha venido dando desde hace mucho
tiempo. En cierta forma, es lo que nos llevó a generar esta agrupación.
¿Por qué crees que el Estado no se
hace cargo?
En
términos políticos podría decirte que es una decisión que no tiene arrastre,
pero también digo que analizando las últimas encuestas en la ciudad, donde
menor apoyo tiene el gobierno local es en la cuestión de cuidado animal. Por la
sencilla razón de que transversas cualquier ideología política. Cada uno tiene
puede tener cierto afecto por un animal y no necesariamente tienen que
coincidir políticamente.
También es cierto que se han dado muchas circunstancias que han desviado esta
situación. En el 1996 se creó la ordenanza 7028, que a la vez, genera una
instancia que se llama la Comisión Permanente de Control y Seguimiento
(Copecos), lo que provocaría un espacio multisectorial que debiera monitorear
el cumplimiento de la ordenanza.
A partir de aquí comenzó el desvío de la situación, en parte, porque la
ordenanza habla de la creación de un censo animal cada cuatro años. Tendríamos
que tener varias estadísticas, pero eso no existe. Por lo tanto, vos no podés
gestionar lo que no podés medir. Ese es el primer gran déficit del Estado. No
sirve que digan que castran tres mil perros por año si no sabemos dónde estamos
parados, es imposible saber si esa cifra es representativa. Además, el censo te
permitiría sectorizar la ciudad y poder actuar sobre las zonas más críticas.
El área de Bromatología y Zoonosis están dentro del Sistema Integrado de Salud,
por lo que la cuestión animal refiere a la salud pública. Por eso, desde ahí,
esta ausencia del Estado genera más sensibilidad.
Nuestra intención, con la formación de esta ONG, es poder sentarnos con el
Estado para dialogar y acercar una visión facilitadora para poder programar
ciertas políticas públicas.
Hace poco tiempo hubo un cambio en el área de Bromatología, y no fue al azar.
Hay mediciones en términos políticos que hablan de una nefasta gestión
anterior.
La problemática animal es una cuestión de emergencia en la ciudad, debe ser
declarada así. No solo porque con apenas salir a la calle se ven la cantidad de
perros que hay en el centro, sino porque en las zonas emergentes se ve la
situación de los animales abandonados.
Estas situaciones se invisibilizan porque el perro no vota ni se sindicaliza.
Es considerado un elemento descartable.
¿Han tenido la posibilidad de
sentarse a charlar con autoridades municipales?
Parte
de nosotros formamos parte de la segunda etapa de Copecos. Inicialmente se
formó a los ?empujones? porque el proteccionismo que se empezó a sumar no
estaba en orden, respecto a lo que la ordenanza decía, en referencia a quien
iba a representar a cada uno.
Esa comisión se transformó en una especie de escribanía para Bromatología, que
seguía manipulando la situación. Hace un año atrás se presentó en la Casa de la
Cultura una maqueta con el nuevo predio de Bromatología en el relleno
sanitario, y hoy uno va hacia allí y no hay nada. La valorización de ese
presupuesto estaba escrita y aprobada, solo faltaba la decisión política que
evidentemente no la hubo. Se generó tanta fricción que provocó el cambio
necesario de gestión.
A partir de ahí comenzamos a tener otro diálogo, en un momento creímos que para
que nos escuchen teníamos que gritar. Entendemos que las batallas no se ganan
en la trinchera, sino en el escritorio. Entendíamos que la discusión venía por
otro lado, estamos dialogando con la nueva gente de Bromatología, el cambio de
aire tiene que favorecer la visión de la sociedad en relación a esta temática.
Hoy tendemos a despersonalizar la disputa, somos una organización que
trasciende a las personas y el día de mañana, cualquier voluntad que quiera
sumar va a tener una estructura funcional y sustentable, con la personalidad
jurídica para poder sentarse a discutir
con el Estado y ser una instancia facilitadora.
En esta etapa, el plus de los movimientos y organizaciones tiene que ver con la
parte blanda, no hay que usar la espada, es momento de la pluma. En la nueva
gestión de Bromatología hay voluntad, pero hay que ver hasta donde tiene peso
dentro de la estructura municipal.
Esto es un proceso dialéctico, se tiene que reconvertir y lo que vos vayas
construyendo en torno a una problemática, para que mañana sea una solución, tiene
que tener su visibilidad coyuntural para saber en qué momento lo vas a generar.
Creemos que es ahora, el Estado recibe y se acopla a quienes organizan
proyectos, son bienvenidos.
Luego habrá que sentarse a discutir cuestiones más sensibles, como los fondos
para la preservación del animal.
¿Qué ven para afirmar que la cuestión
animal debe ser declarada en emergencia?
Vemos
que hay dos cuestiones. La primera es la población que desconocemos, sería
imprudente decir un número, alguna vez desde Bromatología se amparaban en una
teoría de la OMS que dice que hay un perro cada cuatro personas, por lo que en
Tandil habría 35 mil en nuestra ciudad. Pero la realidad es que hay que
realizar un trabajo más serio, como hacer el censo que la propia ordenanza municipal
dice.
Párrafo aparte, sabemos que la problemática es tan real y visible, que se ven
perros destrozando llantas en la vía pública, otros lastimados producto de
peleas entre propios. Unos tantos enfermos, lo que puede ser un factor de
contagio para cualquier persona vulnerable en cuestión de salud. En los barrios
emergentes, la problemática es aún mayor. Son zonas críticas, donde se ve la
ausencia del Estado.
Pero, además está la desidia de los dueños de los animales. Cuando no toman los
recaudos suficientes empieza la problemática. Lo que se ve en la calle es
producto de lo que se genera dentro del hogar.
También hay una cuestión clave, que es la multa para todo aquel que maltrate a
un animal. Recientemente se dio un caso, con una prisión preventiva, y es
importante porque sienta un precedente. Desde ese lugar es un avance, pero si
la ordenanza se quisiera aplicar, se
podría.
Desde Bromatología dicen que se castiga, que se multa, pero si preguntás donde
se puede ver eso, no tenés respuesta. Sería un buen componente político que lo
hagan, pero te lo imposibilitan, por lo tanto no se puede comprobar.
El Municipio puede castigar, pero no está dispuesto a asumir el costo político.
Si aplicás la ordenanza, obligas a la gente a que la cumpla.
¿Qué proyectos dialogan con la nueva
gestión de Bromatología?
Lo
principal retoma al traslado del predio de Bromatología. Venimos trabajando
hace mucho tiempo con voluntarios dentro del predio para la reinserción de los
perros que están allí. Cabe destacar que la anterior gestión lo tenía con
candado, lo cual es una locura porque es un espacio público. Era un sistema
carcelario adoptado a los perros, son caniles para no más de diez días y hubo
animales que estuvieron diez años.
Esto junto a otros trabajos se han ido charlando, pero sigue pendiente la
mudanza del predio. Se está trabajando en una campaña de adhesión de voluntades
económicas para que aporten a la causa.
Entre otras cosas, queda pendiente también lo del censo, porque no se puede
gestionar lo que no podés medir.
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