Opinión
28/05/2018
Se cumplen quince años sin Alfredo Bravo, que partió apenas horas después de que un desconocido recién llegado a la Presidencia anunciara que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno. Fue en la madrugada del 26 de mayo de 2003, cuando aún resonaba la voz de Néstor Kirchner enunciando en el Congreso un impensable catálogo de medidas progresistas que muchos escuchamos entonces con escepticismo.
por
Francisco Maestrojuan
Fue en ese momento crucial de la historia argentina que
concluía la intensa vida, llena de dramáticas vicisitudes, del viejo Maestro
-el título que más amaba-, y cuya evocación, una década después, puede servir
para constatar cómo se transformó aquella Argentina donde a él le tocó pelear.
Recordar a Alfredo es ubicarlo en aquel convulso 1973,
cuando logra articular la demorada unidad de los gremios docentes y funda la
Ctera; es revivir los días finales de 1975, cuando la certeza del golpe
ensombrecía el horizonte y eso lo impele a construir esa trinchera de los
derechos humanos que es la APDH; es memorar esa infausta noche de 1977, en que
un grupo de tareas lo secuestra mientras daba clases en una escuela para adultos
y que sólo la presión directa del presidente Carter sobre el tirano Videla
logra rescatarlo, maltrecho por las torturas, para lograr el extraño privilegio
de la vida en prisión.
Conmemorar esa ausencia es traer a la memoria su renuncia
como subsecretario de Educación del gobierno de Raúl Alfonsín, a quien estimaba
en lo personal, cuando éste es doblegado por los extorsionadores que buscaban
la impunidad; es también recordar aquella primera audacia legislativa, junto a
Juan Pablo Cafiero, planteando la derogación del punto final y la obediencia
debida; es no olvidar su temprano alejamiento del gobierno de la Alianza, cuya
primera medida fue designar como ministro de Educación a un abanderado del
ajuste neoliberal.
Quienes durante largos años fuimos sus compañeros de lucha,
sus colaboradores cercanos, quienes establecimos con él una intensa vinculación
que incluía sueños comunes, fervores compartidos y solidaridades
inquebrantables, así como también debates altisonantes y polémicas vehementes,
venimos a recordarlo hoy con la serena convicción de que hemos sido fieles a su
legado y continuamos su huella.
Porque en los 12 años de la decada ganada se materializaron
muchos de sus aspiraciones más sentidas: un presupuesto educativo impensable
para su tiempo, miles de chicos reintegrados a la escuela, negociaciones
salariales plenas para los docentes, retorno de científicos e investigadores y,
sobre todo, una justicia que finalmente llegó para que sus perversos
torturadores y sus mandantes concluyan sus días donde deben terminar los
genocidas.
Por eso nos sentimos tentados a imaginar que ese hombre
apasionado, de conducta insobornable, transgresor y porfiado que fue Alfredo
Bravo, estaría hoy compartiendo este trayecto prodigioso de integración con las
fuerzas que componemos la Unidad Ciudadana y peleando codo a codo en la calle
con los trabajadores, los estudiantes y los jubilados por los derechos perdidos
en manos es este gobierno neoliberal y déspota encabezado por Macri.
Osvaldo Maestrojuan
Secretario general USPV.
Confederacion Socialista
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