PERSONAJE DE LA SEMANA
03/08/2017
José Edgardo "Pepino" Malisia es un recordado piloto de turismo carretera, que animó la competencia entre la década del ?80 y el ?90. No fue un gran campeón de la máxima categoría nacional, pero dejó un sello imborrable en el deporte local y en las familias que compartían las atrapantes carreras del TC a través de la pasión de "Carburando". Los domingos al mediodía tenían un sabor especial en aquellos tiempos.
por
Mauro Carlucho
Todos los que tienen más de 30 años sabrán de quien les
hablo y compartieron esas jornadas de domingo con la radio a todo volumen y la
televisación de la gran final al mediodía.
Durante algunos años, Tandil fue gran animador de estas
competencias. "Pepino" Malisia, el "tano" Pernía y Fabián Acuña fueron protagonistas centrales de aquellos
años, a pesar de que ninguno pudo pintar el 1 en la puerta.
La gente los seguía, visitaba el taller, iba a ver las
pruebas y se juntaban figuritas con la imagen de los autos. Quizás esta
relación era una ida y vuelta, ya que las peñas de aquel tiempo eran muy
importantes. No solo como medio de financiamiento, sino también para generar
esta relación tan cercana con los ídolos.
Otro dato saliente, es que Tandil tenía una fecha
establecida en el calendario de carreras.
El semipermanente fue una visita obligada para el TC, hasta que los
autos abandonaron la ruta por los modernos autódromos.
Puedo recordar jornadas memorables a fines de los ?80, con
la presencia de los autos en el parque cerrado y luego la competencia en la
afueras. La ciudad era una fiesta y nosotros teníamos a nuestros
representantes, compitiendo de tú a tú frente a "monstruos" como Roberto
Mouras, Juan María Traverso o el "pincho" Castellano.
Los niños teníamos los autos en miniatura de todos ellos.
Surcábamos la tierra con circuitos similares a los de Balcarce o Buenos Aires y
nos sentíamos parte de un fenómeno que hoy dejó de ser tal.
Vale aclarar que, en la actualidad, el TC sigue siendo la
principal categoría del automovilismo, pero perdió esa atmosfera que supimos
vivenciar algunos años atrás.
"Pepino" Malisia es un fiel exponente de aquel tiempo. No
era un piloto marketinero, ni aparecía en las grandes revistas, pero todos lo
conocíamos y buscábamos su Chevrolet en el pelotón de largada. Podíamos ser
hinchas de Ford o Dodge, pero seguro que al mirar el clasificador buscábamos a
nuestros coterráneos para ver como venían.
Entre el barrio Las
Ranas y la estación
Malisia pasó toda su vida en el mismo barrio. Tiene el
taller donde estaba la casa materna a mediados de siglo.
Su padre trabajaba en el ferrocarril y atendía el taller de
calle Montiel. Por el lado materno, los Artero tenían transporte y el recordado
almacén de barrio, parada obligada para la familia ferroviaria.
"Era la época en que
trabajaban más de mil personas en la estación, esto era un hervidero de gente
que iba y venía. Nosotros, con el finadito de mi hermano, jugábamos a la pelota
en la calle y tuvimos una infancia bárbara", sostuvo mientras recitaba los
apellidos ilustres que vivían en la zona.
Era la década del ?50 y había más baldíos que ranchos. Ideal
para jugar a la pelota y salir a divertirse.
El taller estuvo siempre en su vida. Si, prácticamente, se
crió arreglando camiones y dando una mano en la casa.
Andaba mucho con su tío José, a quien llamaban "Pepe" y le
delegó el diminutivo "pepino". De ahí el sobrenombre que lo acompaña hasta hoy.
Las primeras carreras que fue a ver, lo hizo con su padre,
le llamaba la atención el avión que seguía la competencia y el ruido ensordecedor
de aquellos motores furiosos.
Pero fue después de casarse que empezó a mirar con otros
ojos la posibilidad de manejar aquellos autos. "Creo que la idea surgió en un viaje junto a un vecino de apellido
Dabove, fuimos a ver una carrera de cafeteras a Lobería y nos propusimos armar
un auto. Te imaginas nuestras mujeres, nos querían matar. Pero de a poco las
convencimos y empezamos a trabajar en el proyecto", recordó.
Habla de aquellos días como si fuera ayer; lo que les costó
armar el auto, los amigos que se fueron sumando y la alegría de ver que cada
día estaban más cerca de cumplir un sueño.
Santos Izquierdo fue otro personaje central en aquel tiempo,
no solo trabajó denodadamente en aquella primera cafetera que pusieron en
pista, sino que además fue el promotor de la peña que acompañó a Pepino hasta
la última carrera de TC en el año 1996.
"Mirá que en el
automovilismo la plata nunca alcanza eh!, es una regla. Si necesitas 10,
conseguís 8 y si necesitas 100, conseguís 80. Pero la verdad que siempre lo
hicimos muy a pulmón con el acompañamiento de la peña y de mucha gente de la
ciudad. Soy muy agradecido de la ciudad, porque éramos un grupo de amigos atrás
de una locura y siempre sentimos el apoyo de la gente. La peña estaba para
ayudar con el mango, para reunir a los amigos, estuvieron durante toda mi
carrera. Una vez, cuando presentamos el número 11 en el Tandil Auto Club,
juntamos más de mil personas a almorzar. Fue multitudinario", expresó.
Su primer carrera oficial fue un martes, feriado, en González
Chávez. La anécdota grafica el entusiasmo de su familia: "La carrera se pasó por lluvia al martes, que era feriado por el 25 de
mayo. Entonces salimos a la madrugada en la estanciera con mi señora, Alejandra
(la hija mayor), un tanque de nafta y una caja de herramientas. Atrás iba la
cafetera enganchada con una lanza. Una
cosa de locos. Llegamos antes de que amanezca y estaba todo mojado, como era mi
primera carrera me tenían que tomar una prueba y casi atropelló al banderillero
cuando estaba por terminar. Corrí el zonal entre 1972 y el ?80, que hubo una
gran crisis en Metalúrgica y casi quedamos en la calle. Salí campeón en el 78 y
en el 79, pero nunca desentoné. Fui un constante animador durante 10 años. Pero
si no largaba me fundía. Vendí el auto y me volví al taller", contó.
Estuvo algunos años
abajo del auto, hasta que Santos lo vino a ver nuevamente para ver si se
animaba a correr en Turismo de Carretera. No se podía negar, aunque sabía que
no sería sencillo.
Hubo mucha gente que lo animó y lo acompañó, mencionó a
Eduardo "rabanito" Arispe, Tolosa, los hermanos Muñoz, Cacho López y otros
amigos que estuvieron siempre para lo que haga falta.
"Yo ya no era un
pibe, tenía 34 años cuando empecé con el TC. Era lo máximo, pero creo que no me
di cuenta en el momento. Aquel TC era muy peligroso, yo siempre digo que no nos
matamos todos porque Dios era tuerca o le gustaba el TC. Sino no se explica. Se
juntaban cientos de personas en las curvas y podía pasar cualquier cosa. Éramos
un poco inconscientes de lo que pasaba,
más de una vez teníamos que ir los pilotos antes de la carrera para pedirle a
la gente que se corra un poco. Porque si
se despistaba un auto hacía una masacre", indicó.
Pepino no ganó carreras en el TC, dos veces estuvo a muy
poco. La primera en Balcarce cuando llegó a milésimas de Marcos y la otra en San
Lorenzo cuando hicieron el 1-2 con Fabián Acuña en, quizás, la carrera más
recordada por todos los tandilenses.
Se dio el gusto de correr con su hija de copiloto en más de
20 carreras, fue el piloto nacional que más km recorrió en ruta y se ganó el
corazón de su pueblo.
Dejó justo a tiempo, cuando la modernidad le quitó el
romanticismo a una época dorada del automovilismo. Siguió ligado como
fabricante de tapas de cilindro y ha recibido muchos homenajes por su
trayectoria.
Hoy se entusiasma con prepararle el auto a su nieto, que
recién comienza el camino. Va a alguna carrera muy de vez en cuando y se enoja
por el negocio que hay montado detrás.
"Hoy necesitas 500
mil pesos por carrera, estamos todos locos. Yo soy de otra época, en donde
hacíamos todo a pulmón", finalizó.
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