GASES DE EFECTO INVERNADERO
19/12/2016
Según una investigación de la FAUBA, gracias al manejo de la dieta, ovejas y vacas podrían emitir a la atmósfera menos cantidad de metano, un gas potente de efecto invernadero. El resultado de este trabajo implica un salto cualitativo en el conocimiento sobre el sistema digestivo y la alimentación animal.
por
El Chacarero
Por medio de nuevas técnicas de biología molecular, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) pudieron identificar la totalidad de los microorganismos presentes en el rumen de las ovejas. Con esta información, y experimentando con alimentos de diferente calidad nutricional, concluyeron que con un adecuado manejo de la dieta es posible reducir el impacto de la producción pecuaria sobre el calentamiento global.
"Tenemos una línea de trabajo muy fuerte sobre las interacciones entre la dieta, el ambiente y los microorganimos que viven en el rumen de las ovejas y de las vacas, tanto lecheras como de carne", señaló Alejandro Palladino, docente de la cátedra de Producción Lechera de la FAUBA e investigador del Conicet.
Palladino comentó que comenzó sus
investigaciones en el país hace algunos años, tras regresar de Irlanda, donde
realizó su doctorado. "Estudiamos la
relación entre distintos tipos de alimentos que le aportan energía a estos
animales, sobre todo pensando que la mayor parte de la lechería en la Argentina
se lleva adelante en sistemas pastoriles con suplementación de granos de maíz,
afrechillos, etc., que generan diferentes respuestas en los microorganismos del
rumen. Por eso, en conjunto con la gente del Teagasc (el INTA de Irlanda)
identificamos por su ADN al total de las bacterias que allí vivían, en todas
las ovejas de nuestro experimento".
"Encontramos cosas muy interesantes, como que la alimentación controla la diversidad de microorganismos en el rumen. Aquellos animales que consumen granos de maíz, que se digieren más fácilmente, desarrollan microbiomas menos diversos que los que comen, por ejemplo, cascarilla de soja, que se digiere con más dificultad. En este último caso, aparecen en escena muchas bacterias relacionadas con la emisión de metano, un gas de fuerte efecto invernadero. Por eso, los rumiantes que comen cascarillas serían más propensos a producir metano", explicó el investigador.
Alejandro también profundizó en otros aspectos relacionados a la alimentación de rumiantes. "Evaluamos animales que comían la misma dieta, pero a distintas tasas de consumo. Descubrimos que cuando el rumiante come poco, el alimento pasa más lentamente por su sistema digestivo, tiene menor empuje. Como el alimento permanece más tiempo en el rumen, se desarrollan bacterias de crecimiento lento, productoras de metano en muchos casos, que bajo otra situación no crecerían. Mi mensaje es que hay que manejar la dieta para que los rumiantes coman lo más que se pueda y así reducir la cantidad de metano por litro de leche o kilo de carne producido".
Un
nuevo paradigma
Palladino comentó que a la luz de los avances de la biotecnología, muchos aspectos de la nutrición de rumiantes están actualmente bajo revisión. "Hoy, la cantidad de especies de bacterias que podemos identificar en el rumen es inmensa. Incluso, muchas son totalmente desconocidas: están allí, son diferentes y no sabemos qué hacen. Hace falta un gran trabajo de clasificación".
En este sentido, Alejandro consideró que la
investigación en esta área se encuentra ante un cambio de paradigma. "Ya casi no nos interesan las bacterias
individuales; más bien estudiamos cómo cambian las comunidades bacterianas. Y
esto es así porque muchas veces una bacteria desaparece, pero otra toma su
lugar y pasa a cumplir su misma función. Ya no nos focalizamos tanto en
especies, sino en los grupos de microorganismos que funcionan de manera
similar. En este momento estamos dando un salto cualitativo en nuestra
capacidad para rever e investigar todas estas cuestiones".
Dime
con qué bacterias andas?
"Los
primeros grupos que empezaron con estas técnicas investigaban las relaciones
entre distintos microorganismos y ciertos aspectos de la salud humana como el
funcionamiento gastrointestinal o el manejo de la ansiedad y del estrés", dijo Palladino, y agregó: "Los
primeros trabajos muestran que la comunidad de bacterias del intestino influye
mucho en los niveles de ansiedad. Algo que allá por el 2010 no se sabía era si
esa comunidad era causa o consecuencia del mal humor. Hoy
sabemos que los microorganismos son causantes de varios aspectos relacionados
con el manejo del estrés y la ansiedad".
El investigador añadió que con la biología
molecular y nuevas técnicas de secuenciación de ADN se empezó a encontrar que
una cantidad de bacterias que supuestamente sólo habitaban el rumen, están en
todos lados, incluyendo las menos conocidas y las desconocidas. "Todos los seres que vivimos en simbiosis
con microorganismos los adquirimos del ambiente. Es lógico pensar que muchas de
las bacterias que viven en el suelo potencialmente podrían vivir en nuestro
interior".
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